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Vertebración de España

En el Cuaderno gris de Josep Pla hay una anotación que podría ser de aplicación al reciente debate sobre las autonomías en el Senado. Refiriéndose a problemas de tipo personal dice Pla que éstos sólo pueden solucionarse, como todos los reales, con el aplazamiento. Fueron problemas colectivos los que tuvieron el protagonismo en la sesión de la Alta Cámara pero el aplazamiento parece haber sido la solución. Juzgada como mejor por parte de todos los intervinientes.El sistema autonómico fue producto, a finales de los años 70, de una voluntad simultánea de dar respuesta a reivindicaciones culturales indisolublemente ligadas a la democracia y del deseo de la clase política de adquirir arraigo mediante la reivindicación de lo propio. Gran parte de los regionalismos que hoy existen en España son el resultado de esos intereses de la clase política pero, creada esa conciencia de la peculiaridad propia, la sociedad española está confortablemente instalada en un sistema autonómico cuyos beneficios percibe.

Pero todo eso tiene una importancia menor al lado de los problemas de futuro que puede tener nuestra democracia en este terreno. La realidad es que, habiéndose transferido poderes políticos importantísimos y. recursos económicos proporcionados, el sistema autonómico no parece estar en condiciones de satisfacer a aquellos a quienes iba primordialmente dirigido y, menos aún, de conseguirlo a largo plazo.

En el caso del País Vasco, por desgracia, en esta ocasión han parecido averiarse las posibilidades, alumbradas desde la presencia de Mayor Oreja en el ministerio de Interior en el sentido de lograr una mayor integración del PNV en la política nacional. No se trata ahora de descubrir las causas pero sí debiera concluirse que lo sucedido -encastillar de nuevo a ese partido en una actitud enfurruñada y distante- es malo para todos.

Cataluña se encuentra en el momento presente en la situación poco grata de la fábula de Aquiles y la tortuga. Da la sensación de que no le importaría ser la tortuga a condición de que Aquiles quedara detrás, pero las restantes Comunidades Autónomas acaban por incorporarse a lo que fueron peticiones originales catalanas. Pedir un plus de autonomía política porque la cultura catalana es algo más específico y de mayor calado que la riojana puede parecer lógico. Pero pedirlo sin concretar el objetivo final y con el argumento de que la razón primordial reside en la pura búsqueda de la diferenciación tiene escasa justificación a los ojos de los demás. Pujol este año ha hecho alusión a la "soberanía compartida" y eso hace pensar que se inclina cada vez más a favor de un cierto federalismo asimétrico.

Pero debiera ya ser la hora de poner en discusión en qué podría consistir éste. Un tipo de organización política como ésa tiene serios problemas e implica discusiones a fondo acerca de los derechos de la persona y los de las nacionalidades. No se puede amagar este debate después de haberlo arrojado encima de la mesa. Pujol critica al PP y al PSOE por haber dado de Cataluña una visión incorrecta, cuando ha servido para estabilizar la política española, pero no hay duda de que también él mismo ha cometido errores, principalmente exhibiendo esa posición que cambian de forma excesiva la ductilidad ante las circunstancias y la presentación poco definida de objetivos inconcretos a alcanzar en un plazo remoto.

Queda en fin una cuestión, quizás la más importante y decisiva. Es posible que los intelectuales que consideran a Castilla como la raíz de lo español y que ven en la situación presente poco menos que la amenaza de muerte inminente de España, exageren. De forma más simple es. seguro que no tienen en cuenta que en el. mundo del final del siglo XX el debate en tomo a la nación tendrá unos rasgos muy distintos que en el pasado. Pero en lo que aciertan plenamente es en reclamar un debate a fondo sobre lo que es y debiera seguir siendo España en estos momentos. Un debate como éste debería realizarse sin ausencias, frases crípticas o puras escaramuzas intrapartidistas exactamente como ha sucedido en el debate del Senado.

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