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China- Cuba

La actitud de las democracias liberales ante las dictaduras especialmente sangrienta! es cuestión peliaguda. Se mezclan tres elementos: la defensa de las libertades de todos los humanos; el bienestar de aquellos pueblos sojuzgados; el interés económico de nuestras empresas. No es fácil decidir entre lo justo, lo hábil y lo conveniente.En el caso de Cuba, la hostilidad de las democracias frente a su régimen estuvo justificada durante muchos años porque nos agredía directamente con acciones terroristas e incluso militares. Durante la crisis de los misiles con la que tan valientemente se enfrentó Kennedy en 1962, el Gobierno cubano fue cómplice de un intento de la Unión Soviética de domeñar a los Estados Unidos con una mortal amenaza nuclear. Luego, Fidel Castro llevó la guerra a Angola con un terrible y aún secreto coste humano para su pueblo. Luego fomentó guerrillas en el continente americano y medió en el tráfico de estupefacientes.

En los últimos tiempos parece haber olvidado esas aventuras tan peligrosas para los demócratas. En el caso de China, nuestro temor nace más de lo que pueda depararnos en él futuro una potencia de ese tamaño, si empleara su fuerza para la opresión exterior. Lo que haga en, Hong Kong cuando recobre los derechos perdidos durante un siglo será indicación de con cuánta precaución deberemos comportarnos con esa dictadura. Por el momento, pues, ninguno de los dos, países plantea una amenaza directa para nuestras democracías.

Si pensamos no en nuestras libertades sino en las de los desgraciados súbditos de esa, dos dictaduras comunistas, la cuestión es más difícil. Un boicoteo económico para forzar a que los sátrapas devuelvan al pueblo alguna de sus libertades, sobre todo las políticas, es siempre un método arriesgado.Muchas veces, son nuestros propios negociantes los que infringen la prohibición de comerciar e invertir. Además, la libertad de comercio es, en mi opinión, un derecho humano fundamental, también de los cubanos y los chinos, cualquiera sea su forma de gobierno. Amplia el campo de sus libertades y mejora su bienestar.

En este punto, la situación cubana y la china son distintas. En Cuba, quienes trabajan en las compañías extranjeras son empleados del Gobierno, quien les paga una pitanza y se queda con los dólares del extranjero, como si esos trabajadores fueran siervos de la gleba. En China, los empleados de compañías extranjeras son dueños de su paga y sólo tienen la obligación del impuesto. Los comunistas chinos han reprimido a los disidentes con mano implacable, pero permiten a un número creciente de sus súbditos crear empresas y traficar en el mercado, lo que establece una base para ulteriores libertades. Castro no deja libre sino la prostitución.

Queda por considerar lo que a veces pesa más en nuestra consideración que la justicia, el interés de nuestros capitalistas y nuestros trabajadores, que prosperan con las inversiones y la exportación. La ley Helms-Burton es discutida por la Unión Europea y Canadá porque extiende el imperio de la ley americana fuera de su territorio. Pero en dos puntos merece una consideración más favorable para los demócratas españoles. Busca castigar a quienes trafican con propiedades robadas por el Gobierno cubano a ciudadanos americanos y pretende obligar a Casto a restaurar alguna de las libertades democráticas que ha robado a su pueblo. Dos veces ladrón es ese Gobierno.

Me debato entre el deseo de que los europeos tratemos a Cuba como a China, por consideración a los pobres cubanos explotados y oprimidos, y la consideración de las diferencias entre esos dos regímenes dictatoriales. Si Castro permitiera en Cuba, al menos, el mismo grado de libertad económica que en China...

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