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Alemania vive la resaca del traslado de los residuos radiactivos a Gorleben

Alemania vive la resaca del transporte de basura radiactiva sepultada en el cementerio nuclear de Gorleben: los políticos se enzarzan en un debate sobre la energía atómica, la policía hace balance de heridos, detenidos y procesados y los ecologistas antinucleares se declaran dispuestos a repetir la protesta ante el próximo transporte. El ministro del Interior de Baja Sajonia, estado donde se encuentra el cementerio atómico de Gorleben, el socialdemócrata Gerhar Gligowski (SDP), pide que el canciller democristiano Helmut Kohl (CDU) utilice su influencia ante la ministra federal de Medio Ambiente, Angela Merkel (CDU), para evitar en el futuro sumir de nuevo a los habitantes de la región de Gorleben en miedo y terror.Para Gligowski, "un Estado de Derecho inteligente no se da de cabezas contra la pared". Exactamente lo contrario sostiene el ministro federal del Interior, Manfred Kamther (CDU), quien dice que el estado de Derecho no puede ponerse de rodillas ante los que se le enfrentan.Gligowski informa que 77 policías resultaron heridos en la batalla final del transporte a Gorleben como consecuencia de pedradas, golpes con palos de beisbol o bolas de acero, lanzadas por los más violentos. Se han presentado 659 querellas por delitos cometidos esos días, hubo 205 retenidos por la policía y 56 detenidos.La Iniciativa ciudadana para protección del medio ambiente de Lüchow-Dannenberg declara que se produjeron unos 300 heridos en los enfrentamientos entre policía y manifestantes.

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