Rusia acepta negociar un tratado con la OTAN
Tras un año de regateos y desencuentros, Rusia aceptó ayer formalmente negociar un tratado de seguridad bilateral con la OTAN que consagre una relación privilegiada y formalice una cooperación caliente tras la guerra fría. El ministro ruso de Exteriores, Yevgueni Primakov, reclamó que ese documento contenga "medidas muy precisas" y no sólo grandes principios."Estamos preparados para cooperar", aseguró, tras criticar la ampliación de la OTAN a los países del Este. El secretario general, Javier Solana, recibió el espaldarazo para encabezar las conversaciones.
La oposición de Rusia a la ampliación está encauzada en el pragmatismo; Moscú da ya por descontado que se producirá en las fechas anunciadas, entre la cumbre de julio próximo -en Madrid- y el año 1999; y además ya no vincula esa ampliación con la negociación de un acuerdo bilateral con la Alianza Atlántica. Estas son las conclusiones de la reunión de los ministros de Exteriores de la OTAN con su colega ruso, Yevgueni Primakov.Esas conclusiones no pecan de inveterado optimismo. No se basan solamente en que Primakov hiciese votos en el encuentro por estrechar relaciones, asegurando que "Rusia está dispuesta a cooperar". Es que, públicamente, endosó el ofrecimiento de Solana de negociar una Carta que regule unas relaciones bilaterales privilegiadas. "No sólo queremos pactar en ella unos principios, pretendemos dotarla de contenidos concretos y tangibles", dijo Solana. "Comparto este punto de vista", subrayó Primakov. "Una Carta que sólo recogiese principios como el de no atacarse, podría haberse firmado durante la guerra fría, pero ahora debemos ir más allá y concretar medidas", reclamó.
Tras un año de tanteos, regateos y desplantes, las bases de la discusión están finalmente sentadas. Es más: hay un calendario para el acuerdo de base y unos protagonistas. El calendario es el que marca la cumbre de Madrid, el 8 y 9 de julio próximos. El interlocutor de la OTAN es el propio Solana, quien propugnó resultados para esa fecha. Frente a la pretensión enarbolada hace poco por Primakov en Viena, de puentear al secretario general con acuerdos previos con los grandes países de la OTAN, el secretario de Estado de EE UU, Warren Christopher, dejó ayer sentado que Solana "será claramente el negociador en este proceso, y nosotros le apoyarernos". "Será él quien nos represente", abundó el alemán Klaus Kinkel.
Sin amenaza nuclear
Todo ello no significa que Moscú dé saltos de alegría con la ampliación. "No nos gusta que se acerque a nuestras fronteras, y puede dividir a Europa", reiteró un Primakov algo más tranquilo, tras el compromiso adoptado el martes por la Alianza de que no instalará armas nucleares en territorio de sus nuevos socios, los antiguos miembros del Pacto de Varsovia. Pero viene a aceptarla, aunque sea de mala gana, si se le paga el precio de una relación privilegiada, cuyo contenido hay que discutir ahora.La negociación empezará "a principios de 199T', cuando los Dieciséis perfilen las entrañas del acuerdo, que versara sobre asuntos de seguridad mutua, cooperación civil y militar, y el establecimiento de un mecanismo permanente de consulta, así como de enlaces estables entre jefes militares. Aunque la discusión la desbroce Solana, la cumbre Clinton-Yeltsin prevista para la primavera -que consagrará- el regreso de éste a la escena internacional- le dará el gran impulso.
La reunión de ayer constituyó así un hito en las relaciones Rusia-OTAN. Pero además fue aprovechada para contactos bilaterales, como el de Christopher con el ministro español, Abel Matutes. Matutes le agradeció su apoyo a la elección de Madrid como sede de la cumbre, preparó el viaje del presidente José María Aznar a EE UU y constató la sintonía de Washington y Madrid en la política iberoamericana, particularmente con Cuba.
"No tenemos ninguna discrepancia con el nuevo Gobierno español", destacó el portavoz de Christopher, Nicholas Burns. "La posición de la Unión Europea reclamando los derechos humanos y la democracia es un importante factor que influirá en la decisión del presidente Clinton" sobre una eventual repetición de la suspensión del título tercero de la ley Helms-Burton, añadió. Pero no abordaron el litigio franco -norteamericano sobre la reforma de la Alianza, especialmente sobre el mando -europeo o de EE UU- de Nápoles. "Nuestra simpatía está con la posición francesa", aclaró Matutes.
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