Alemania y Francia critican la debilidad de la reforma de Maastricht y presentarán un documento propio en Dublín
Alemania, pero sobre todo Francia y en gran medida también España, criticaron ayer con dureza la propuesta de reforma del Tratado de Maastricht presentado por la presidencia irlandesa. También el Reino Unido denostó el documento, pero por su excesiva ambición. Las críticas de los grandes a la propuesta de reforma del Tratado de Maastricht parecen en cierta medida tácticas, pero contienen también elementos de fondo de gran calado. El ministro de Exteriores francés, Hervé de Charette, fue especialmente cáustico. "Francia no aceptará un tratado débil en la reforma institucional; si es necesario, haremos la reforma al margen del Tratado", afirmó.Su homólogo alemán, Klaus Kinkel, fue menos sangrante pero más pragmático. Anunció a sus colegas que Francia y Alemania presentarán una iniciativa conjunta en forma de carta de sus presidentes en la que figurarán las líneas maestras de su propuesta de reforma. Fuentes francesas señalaron que el documento tendrá cerca de una decena de páginas y se centrará en cuatro grandes áreas: la reforma institucional, la creación de un espacio judicial europeo, la política exterior y de seguridad común (PESC) y la política de defensa. Francia no renuncia a que la política exterior se vea reflejada en un míster PESC, una especie de superministro de Exteriores comunitario.
España se sumó a las críticas franco-alemanas. El ministro Abel Matutes dio la bienvenida a la presentación de un documento-marco en Dublín paralelo al texto irlandés y aseguró que las preocupaciones españolas estarán bien reflejadas en ese texto. Matutes criticó la ausencia de propuestas para la reforma institucional -a pesar de que ya se sabía que ese tema, el más espinoso, quedaría fuera de este primer proyecto de tratado- y, sobre todo, la escasa ambición de la reforma de la política de cooperación judicial. España está especialmente molesta porque sigue sin quedar recogida su exigencia de que no exista el derecho de asilo político entre países de la Unión Europea.
También el Reino Unido se sumó a las críticas franco-alemanas y españolas, pero por razones opuestas. Su titular de Exteriores, Malcolm Rifkind, se declaró contrario a cualquier reforma que amplíe la libertad de circulación entre los países de la UE y afirmó que no tiene sentido incluir el empleo en el nuevo tratado porque el paro "no se soluciona por decreto".
Italia fue menos crítica, aunque considera insuficientes las propuestas de reforma en materia de defensa. Sólo los países pequeños elogiaron sinceramente el texto de la presidencia.
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