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Las ONG critican la guerra de cifras sobre refugiados en Zaire

Ramón Lobo

ENVIADO ESPECIAL ¿Cuál es el umbral de vidas a salvar que justifique una acción internacional?" se queja el portavoz de Médicos sin Fronteras (MSF) en Kigali. "Es ridícula esta guerra de cifras sobre el número de refugiados que quedan en el este de Zaire". El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) dice que son cerca de 700.000 los que aún se encuentran atrapados por las milicias hutus o vagan por la floresta.

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Coincide con los datos del Comité Internacional de la Cruz Roja en Ruanda, pero no con los del equipo de información estadounidense en la zona, que los reduce a 175.000 "sin contar a los soldados del antiguo Ejército ruandés". "Nuestro principal problema es el acceso a los refugiados. Somos rehenes de la situación", insisten en MSF. Ben Parker, de Naciones Unidas, va más lejos: "Tememos lo que podamos hallar una vez que crucemos las actuales líneas de batalla".¿Qué mecanismo de intervención debe ponerse en marcha? ¿Cómo socorrer a los miles de refugiados, sentar las bases de una solución pacífica y no quedar como en Somalia? Todos coinciden, expertos, y organizaciones humanitarias: el objetivo prioritario debe ser desarmar a los intehamwe (los que matan juntos), milicia radical de hutus ruandeses, y conducir a sus cabecillas y a los más destacados genocidas al Tribunal Internacional de Arusha (Tanzania), que es una creación del Consejo de Seguridad de la ONU. Hasta ahora, nadie ha sido juzgado.

Sin castigo a los genocidas no hay futuro posible; es aplazar la catástrofe que se avecina, por ejemplo en Zaire, asegura en el informativo de televisión Journal Africa Gerard Prenier, un experto francés en temas centroafrica

nos. "No hay diplomacia preventiva. Vamos en círculo de una crisis a otra, de Uganda a Burundi, de Ruanda a Zaire", añade.Pretender que tropas internacionales arriesguen sus vidas y los votos de sus Gobiernos en el desarme de los interhamwe es una quimera. Las organizaciones humanitarias lo saben. Se conforman con poder trabajar.

Control de aeropuertosEso implicaría el control de los aeropuertos de Goma (Kivu Norte) y Bukavu (Kivu Sur). Ambos están en manos de los banyamulenges (tutsis de origen ruandés que viven en Kivu desde antes del nacimiento de Zaire). Imponer a los banyamulenges el paso de la ayuda es favorecer al antiguo Ejército hutu, derrotado hace 10 días por ellos. Pactar con el líder banyamulenge, Laurent Kabila, es reconocer su posición y poner en peligro la unidad de Zaire, la siguiente crisis en lista de espera. Kabila quiere controlar la ayuda, impedir que pueda alimentar, como ha sucedido en estos últimos años, a los hutus más radicales. Ayer se reunió en el terreno que controla, en Zaire, con representantes humanitarios para negociar el paso de convoyes y la lista de alimentos y medicina permitidas.

El Gobierno de Ruanda, dominado por los tutsis, también

muestra sus condiciones. No quiere soldados extranjeros. Desea que la comunidad internacional emplee esos fondos en el asentamiento calmo de los cientos de miles de refugiados que ya han retornado. La Misión de Naciones Unidas para la Asistencia de Ruanda, aprobada en octubre de 1993, no sólo no logró impedir el genocidio entre abril y julio del 994, sino que 400 cascos azules belgas abandonaron la ciudad en medio de las matanzas dejando inermes a 6.000 civiles tutsis, que fueron después asesinados. También está muy reciente en la memoria de los gobernantes de Ruanda, la Operación Turquesa orquestada por París con declarados objetivos humanitarios, pero que en realidad sirvió para proteger la huida de los genocidas al este de Zaire. Por eso, manejan una lista de países non gratos. Y Francia encabeza la clasificación.Sentar las bases del futuro es la oportunidad de hoy. Algunos sugieren reuniones a alto nivel. Otros, mientras, manejan dos ideas: un miniplán Marshall para la zona y la activación del tribunal de Arusha, que no sólo carece de acusados presos, sino también de dinero para funcionar.

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