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TRAGEDIA EN LOS GRANDES LAGOS

500.000 refugiados hutus regresan a Ruanda en tres días

Alfonso Armada

La repatriación de más de medio millón de refugiados ruandeses ha sido casi tan fulminante como su éxodo. Si tres días de julio de 1994 bastaron para que más de un millón de hutus huyeran a Zaire, en apenas tres días de noviembre la mitad de ellos volvieron sobre sus pasos. A un ritmo difícil de seguir, cargados con todas sus pertenencias (un colchón sucio, un cobertor, un atado de leña, dos cacerolas negras, un par de bidones para el agua) las densas e interminables columnas de refugiados volvieron a marchar ayer, atravesaron Goma, capital de la provincia zaireña de Kivu Norte, y se adentraron en Ruanda.Ray Wilkinson, portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), teme por la suerte de cerca de 130.000 refugiados que han seguido en su huida desesperada a las milicias hutus y tropas del antiguo Ejército ruandés, que han optado por internarse más en Zaire y huir hacia la región de Masisi, al noroeste de Goma. ACNUR y el resto de las organizaciones optaron por dejar que la marea humana siguiera su camino, como impulsada por una inercia ciega. En el interior de Ruanda instalaron puestos de avituallamiento con agua y comida para dos meses, "y empezar a ofrecerles transporte en cuanto la muchedumbre comience a aclararse", precisó Wilkinson.

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Mientras algunos refugiados instalaban sus infiernillos y encendían sus hogueras a las afueras de Gisenyi, las columnas de caminantes, con numerosísimos niños descalzos que llevan como sus mayores su pequeño bulto del ajuar familiar, dejaron atrás el campo de tránsito de Nkarnira, a 21 kilómetros de la llamada petite barriére de Gisenyi, el paso fronterizo ruandés convertido en un verdadero cuello de botella por el que desfilaron durante todo el día los centenares de miles de refugiados de los campamentos instalados en la región de Goma.

Tras lograr la luz verde de Laurent Kabila, líder de los banyamulenges (tutsis zaireños) que controlan las principales ciudades del este de Zaire, mañana saldrá hacia Bukavu (capital de Kivu Sur) una misión de ACNUR para tratar de ver dónde y cómo se encuentran cerca de 500.000 personas, refugiados hutus y desplazados zaireños, que en su mayor parte llevan entre dos y tres semanas sin recibir alimentos, ni de los cerca de 40.000 que se hacinan en la isla de Idjwi.

Los banyamulenges (los rebeldes tutsis zaireños, que derrotaron no sólo al Ejército zaireño sino a las milicias y al antiguo Ejército ruandés, que impedían el retorno de los refugiados) siguen bloqueando la acción de las organizaciones humanitarias en la región de Kivu, limitadas al lado ruandés de la frontera. Sólo algunos camiones cisterna de ACNUR llevan agua a los refugiados. Voluntarios locales de Cáritas y de la Cruz Roja recogen cadáveres y enfermos de cólera. Sólo ayer empezaron a vislumbrarse en el camino hacia el campo de Mugunga, al oeste de Goma, los primeros cadáveres.

"Algunos, que vivían cerca de la frontera, sobre todo en la región de Gisenyi, han llegado a sus comunas", anunció el portavoz de ACNUR, que confiaba en que los recién llegados no se encontraran con grandes problemas al adentrarse en Ruanda, como "en general, ha ocurrido con los refugiados que regresaron antes". Tras el genocidio de casi un millón de personas en tres meses de 1994 -tutsis en su mayor parte- y la victoria del Frente Patriótico Ruandés, unos 700.000 tutsis que vivían en el exilio regresaron a Ruanda. Disputas sobre la propiedad de la tierra y las viviendas y por la superpoblación del país son amenazas en, el horizonte. De ahí que el Gobierno de Kigali haya insistido en que los fondos previstos para la fuerza multinacional que debía llevar ayuda a los refugiados en el este de Zaire sea destinada a Ruanda.

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