La llamada vocacional
Son creadores de cultura, según la opinión común, los hombres, varones o mujeres, que con su obra personal incrementan el haber cultural -científico, filosófico, político, artístico o religioso- del grupo humano a que pertenecen y, a través de él, el de la humanidad entera. Entre los españoles de nuestro siglo, creadores de cultura han sido Cajal, Unamuno, Menéndez Pidal, Ortega, Valle-Inclán, Falla y Picasso, para citar sólo algunos. Nada más cierto. Pero ¿sólo ellos? Con su creación de La España moderna, con su fundación de El Sol, como gestor de la Junta para Ampliación de Estudios, ¿acaso no lo fueron también Lázaro Galdiano, Urgoiti y Castillejo? Pues en este sentido ha sido creador de cultura el hombre cuyo octogésimo aniversario celebramos: José Ortega Spottorno.Demostración al canto: la simple enumeración de su dilatada actividad en la vida pública de España.
Al término de nuestra última guerra civil -¡qué desgracia, tener que llamarla "nuestra"; qué alivio, poder considerarla "última"!-, el mozo José Ortega Spottorno pudo haber sido un distinguido ingeniero agrónomo. No lo fue. Una llamada interior, a un tiempo filial y vocacional, le movió a resucitar con decoro una de las creaciones socialmente más eficaces de su egregio padre: la editorial Revista de Occidente. Muchos la daban por muerta en 1940. Mas no lo estaba, y así supo verlo el hoy octogenario. Y dentro de lo entonces posible -¿quién que es no es posibilista?-, los lectores españoles pudimos tener en nuestras manos libros de Revista de Occidente que habían sido famosos y otros que aspiraban a la distinción de ese pie editorial.
Y luego, también cuando dignamente fue posible, la iniciación de una segunda etapa de la revista que dio nombre a la editorial; esto es, la prosecución de una de las empresas intelectuales más calificadas e influyentes de nuestro siglo. Y poco más tarde, Alianza Editorial, hoy árbol frondoso de aquel prometedor germen. ¿Cómo no celebrar de nuevo el gozo que trajeron a nuestros ojos las portadas de aquellos libros de bolsillo, actualizadores de los que dos beneméritas colecciones, la Universal y la Austral, habían puesto en manos españolas? "Y Sevilla", dice el remate del famoso poemilla de Manuel Machado a las ocho capitales andaluzas. "Y EL PAÍS", diremos ahora. Esto es, la fundación de uno de los poquísimos periódicos que en España han sabido estar, lo diré con frase de José Ortega padre, a la altura de los tiempos. Siempre recordaré con gratitud la tarde de lluvia y pena -volvíamos de asistir al entierro de don Gonzálo Rodriguez Lafóra- en que José Ortega hijo me contó el propósito de fundar EL PAÍS y sus primeros pasos para lograrlo.
Todo esto, ¿no es más que suficiente para situar a José Ortega Spottorno entre los españoles que en este siglo han sido creadores de cultura? Lo diré de nuevo: los ochentones que, cada uno en lo suyo, seguimos siendo presentablemente activos, vivimos entre una preposición y un adverbio, la preposición "ex" y el adverbio "todavía". El "ex" del desde hoy octogenario está integrado por lo mucho que durante más de medio siglo ha hecho. Y el "todavía", por sus excelentes artículos periodísticos, sus originales libros historiográficos -¡esa historia de los Spottornos!- y los deliciosos relatos con que de cuando en cuando nos deleita. Tus amigos y tus lectores, desde ahora mismo estamos esperando todo lo que tu saber y tu ingenio va a ofrecernos. Que durante muchos años puedas seguir así dando testimonio de tu inagotable condición de creador de cultura.
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