San Francisco el Grande
Es deber de todos los que tenemos cariño a Madrid, y todavía más si somos madrileños, el proteger la basílica de San Francisco el Grande de todas las asechanzas que la rodean; pues sobre esa paramera de terrenos incultos que resultaron después de derribar el convento franciscano se planean ahora diversas actuaciones urbanísticas que inquietan a los que consideramos San Francisco el Grande como uno de los templos más significativos de Madrid.No vamos a hacer aquí la azarosa historia de San Francisco, que, de ser un viejo convento gótico, pasó a ser en el siglo XVIII un monumento clasicista en el que intervino de mano maestra Francisco de Sabatini, el arquitecto predilecto de Carlos III.
El Panteón de Roma, uno de los monumentos señeros de la humanidad, fue imán permanente en la historia de la arquitectura; arquitectos del renacimiento, del barroco y del neoclasicismo sufrieron su impacto comprometedor. Desde Bernini a Piranesi, desde Buorisignore a Bianchi, arquitectos de todo el mundo se sintieron hechizados por la obra del emperador Adriano.
Para nuestro orgullo de madrileños, también nosotros tenemos nuestra versión del panteón de Adriano en el templo sabitiniano de San Francisco el Grande, y nosotros sin enterarnos... Así somos los madrileños.
Pues bien, este magnífico templo está hoy amenazado por planes urbanísticos cuyo, alcance desconocemos. Oímos hablar de bloques de edificación, de espacios verdes, de plazas mejor o peor dispuestas, pero en ningún caso oímos hablar de arquitectura. Parece que la arquitectura ha pasado a la historia, que la arquitectura no cuenta, cuando la verdad es que estas cosas se arreglan con buena arquitectura.
El templo de San Francisco descubre hoy su flanco mediodía, y su visión desde este lado es sencillamente impresionante Una fotografía publicada en este periódico del jueves 3 de octubre nos prueba lo que decimos. La gran cúpula, con su bella linterna, domina un paisaje fundamental en el Madrid de Goya. Goya estaba obsesionado por este enorme y redondo seno. Junto a la gran cúpula, las tres cupulillas menores de este flanco, y a la derecha, uno de los campaniles que añadió Bernini al Panteón de Roma y que todavía existía cuando Sabatini terminaba la basílica madrileña entre 1760 y 1780.
Este conjunto de asombrosa belleza debe preservarse al máximo, pero por debajo del arranque de las cúpulas menores es necesario organizar una fachada arquitectónica, ya qué hoy sólo quedan las huellas de las arquerías de un claustro derribado. Aquí es donde hay que acudir al uso de una buena arquitectura organizando debidamente este ruinoso muro o completando el conjunto con un edificio adosado de poca altura que en su arquitectura repita las existentes ordenaciones que todavía hay a ambos lados del frente principal de la basílica, y de este modo podremos tener un templo redondo y completo que elevará en muchos puntos el índice de la monumentalidad de Madrid.
En cuanto a lo que se haga en el resto y no esté en contacto con la basílica propiamente dicha, la norma a seguir será la del,uso, como decimos, de la buena arquitectura con respeto a la que son las características de la arquitectura borbónica madrileña de la que es monumento eminente San Francisco el Grande.
Se pueden hacer cosas, no se trata de invalidar proyectos, pero hay que hacerlas bien.-
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