Reagan, chaperos y un irani edipico

Mañana de sábado en dónostia. El escenario, una interesante, y mal anunciada, mesa redonda organizada por la asociación de críticos para presentar los dos volúmenes que el festival ha editado a cuenta del ciclo de filmes anticomunistas de los cuarenta-cincuenta. Toma la palabra Michel Ciment, eminente historiador del cine americano, uno de los mayores especialistas europeos en la materia. Recuerda verdades como puños, en estos tiempos en que hay que hacer explícito hasta lo obvio, por ejemplo, que Independence Day, con su brutal estigmatización de lo diferente, conecta con lo peor de la tradición reaganista del cine USA.

Por la noche, la confirmación de esta sentencia. Ridley Scott, hábil constructor de imágenes de impacto presenta en Zabaltegi Tormenta blanca, una historia real ocurrida en los días de bahía de cochinos, el naufragio de un buque escuela por obra de una descomunal tormenta. Impactantes efectos especiales, buenos actores, como es de ley, y al frente de ellos uno de impresionante oficio, Jeff Bridges; una fotografía de tirar para atrás, paisajes caribeños de quitar el hipo.

Pero también el mismo "recado" antiguo y reaganista que el inefable filme de marcianitos. Qué hermoso es ser americano, a ser posible blanco, anglosajón y protestante -no hay negros en el filme-, y luchar contra la adversidad, qué necesarios son el orden, la obediencia, la fidelidad al líder.

También de respeto a la autoridad habla el filme iraní Pedar (El padre), de Magid Magidi, segunda película a concurso del día, una marciana propuesta que bascula entre la peripecia edípica y el mortal aburrirniento. Un adolescente huérfano de padre y sostén de su familia regresa a su casa tras una ausencia y descubre que su madre se ha casado con un policía. Despechado, el joven someterá a su padrastro a un violento rosario de rechazos, que incluyen el robo de la pistola del agente: inútil subrayar la sustitución fálica del acto, como inútil será igualmente recordar que el filme termina con una restitución del principio de autoridad.

Así las cosas, no deberá extrañar si este cronista afirma que el mejor filme del día fue, un modesto producto americano, Johns, de Scott Silver, peripecia de chaperos contada en implacable tono behaviorista. Una sútilmente irónica reflexión crística: el protagonista nace un 25 de diciembre, sufre una agresión que le deja los estigmas en la frente más un calvario final. También esconde el filme una tierna historia de amor entre David Arquette, y Lucas Haas, aquel niño amish de único testigo, convertido ahora en chapero que sufre en secreto por un amor no correspondido. Mucho más estimulante que, cualquier llamada al orden, la disciplina, el patrio respeto a los símbolos.