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Jesús Pardo publica unas corrosivas memorias sobre la España de posguerra

El periodista, de 69 años,. presenta en Barcelona 'Autorretrato sin retoques'

La radical sinceridad del periodista, traductor y novelista Jesús Pardo (Santander, 1927), que ayer presentó en Barcelona su libro de memorias Autorretrato sin retoques (Anagrama), levantará ampollas. De forma implacable, Pardo ofrece un crudo, corrosivo y desmitificador retrato de los personajes que poblaron la España literaria de la posguerra. Las jugosas anécdotas que desvelan la voracidad sexual de autores como Camilo José Cela o César González Ruano garantizan la polémica. "Cuento lo que recuerdo y sólo temo que algún damnificado me patee las costillas" asegura con excelente sentido del humor.

A sus 69 años, Jesús Pardo no teme que la sinceridad de sus memorias le acarree demasiados problemas: "No he pretendido ajustarle las cuentas a nadie, pero tampoco me he impuesto límites que no fueran artísticos. En unas memorias no se dice la verdad sino lo que recuerdas que es la verdad, que no siempre es lo mismo. Lo vergonzoso habría sido maquillar la verdad para quedar bien con los arnigos".Con un ojo salvaje y sin autocensura, Jesús Pardo se mira a sí mismo con insólita severidad, es implacable con sus padres y traza retratos divertidos, melancólicos a veces, de los personajes que pululaban por el Madrid de un Café Gijón que desmitifica con crudeza: "Estaba infectado de confidentes de la policía y entre sus paredes nadie consiguió escribir una obra verdaderamente importante".

Crucifica, por ejemplo, a Emilio Romero y a García Trevijano -"el mayor mal actor de nuestra época"-, y desvela intimidades de su paisano Marcelino Menéndez Pelayo -"un gran bebedor de anís que frecuentaba prostíbulos y murió de cirrosis"- y de César González Ruano -"que visitaba los sex-shops londinenses y pasaba horas masturbándose"-. Sin olvidar las andanzas sexuales de Camilo José Cela en Londres, cuando, en 1953, visitó a Pardo, entonces corresponsal del diario Madrid.

Pardo ha publicado cuatro novelas autobiográficas -Ahora es preciso morir, Ramas secas del pasado, Cantidades discretas y Eclipses- y dos libros de poemas, y ha traducido más de 150 novelas en las 15 lenguas que lee. Actualmente estudia sumerio y egipcio jeroglífico siguiendo un método autodidacto que explica. en su libro de memorias. De sus largos años de periodismo -fue corresponsal en Londres de los diarios Pueblo y Madrid durante 20 años y luego de la Agencia Efe en Ginebra y Copenhague- le queda una saludable tendencia al estilo claro y conciso y un horror a la retórica.

Autorretrato sin retoques, que por su sinceridad se desmarca de los textos memorialísticos al uso, se divide en cuatro partes, tantas como lugares ha habitado su autor: El Sardinero, Santander, Madrid y Londres. El libro termina en 1974, cuando volvió a Madrid, a los 48 años. "He preferido ceñirme a una época de mi vida sobre la que puedo escribir con suficiente perspectiva y desmitificar lugares y personajes más por instinto que por deseo de venganza" dice. "Si no hubiera vivido fuera de España, posiblemente me habría enchufado en un ministerio y habría seguido orgulloso de ser franquista. Pero Londres me abrió los ojos".

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