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Crítica:TEATRO: 'CASTAÑUELA 90'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

No parece que fue ayer

Este espectáculo empieza, realmente, en la segunda parte: cuando los supervivientes de Castañuela '70, de un cuarto de siglo atrás, comienzan por fin la burla de la actualidad: la comienzan apenas, y terminan. Es curioso que tuvieran más valentía bajo el tardo- franquismo que con el neoliberalismo. Incluso cargan más sobre los que ya no están en el Gobierno, los socialistas, que sobre la derecha que parecía ser su preocupación de entonces.La primera y larga parte está dedicada más o menos a sí mismos, a contar lo que fueron -y fueron mucho, y muy buenos y muy decididos- a rememorar la época. Se entusiasman con ellos; parte del público también se recuerda a sí mismo, aunque otros sólo saben, ya, el gran nombre de aquellos grupos: las Madres del Cordero, el grupo Tábano. Con lo que más se divierten, de todas maneras, es con la rememoración de los primeros anuncios en la televisión: son, efectivamente, conmovedores, y se ve en qué ramo ha avanzado más el arte en España: en el del sopo publicitario, que hoy es obra maestra. Y que está pagado por la empresa privada.

Castañuela 90

Castañuela '90. El desmadre nacional, de Juan Margallo y Moncho Alpuente. Música de Antonio Piera, Luis Mendo, Gerónimo Martínez. Intérpretes: Lola Canales, Pedro Pardo, Miguel Gallardo, Andrés Cienfuegos, Teresa Pardo. Orquesta Las abuelas del cordero. Escenografía y vestuario: Rafael Garrigues. Dirección: Juan Margallo.Teatro La Latina.

La segunda parte: un tema lírico para los que cruzan el Estrecho en las pateras, una supuesta y cauta reunión de monarcas y príncipes europeos; algún todo a la Constitución, otros a la clásica corrupción socialista y, en fin, una pequeña ópera sobre el gran imperio donde se supone que el canciller Kohl seduce a España. Es la OTAN. Ni el texto de Margallo y Moncho Alpuente -tan buen director, tan buen escritor- merece la pena, ni la interpretación está bien, ni nada vale nada.

Tuvieron su éxito. Gusta sumarse a la rememoración del espectáculo de entonces, y lamentar que no sea posible hacerlo hoy. La libertad tiene sus trampas. En las de la dictadura, se esfuerza uno por salir. En las de la democracia, se deja uno caer suavemente.

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