Casta miureña
En su debú en San Sebastián de los Reyes, Miura soltó un toro encastado, el cuarto, y nadie se lo podía creer. ¿Un Miura encastado? ¿Cuándo fue la última vez que alguien vio un Miura encastado? La gente sé restregaba los ojos, tomaba los gemelos, examinaba el hierro y no salía de su asombro: era verdad, el toro iba marcado con el hierro de Miura. Por hechuras no lo parecía: bajo de agujas, musculado, nada que ver con los toros agalgados y escurridos típicos de la casa. De pitones no andaba muy católico, como toda la corrida, como todas las corridas de esta feria y de tantas otras ferias. Sólo tomó un puyazo; con bravura, eso sí, pero sólo uno.Saltó al ruedo con un tranco excelente. Fundi lo lanceó por verónicas de buen trazo, ganando terreno. Tras el trámite de la suerte de varas -monopuyazo trasero y largo- interesantísima suerte de banderillas. Fundi, dejándose ver, clavó tres pares, ejecutando la suerte con pureza. En uno de los intentos cometió un error que le pudo costar muy caro: andando hacia el toro, se giró, perdiéndole la cara; en ese instante el toro se arrancó con violencia, cortando el terreno a Fundi, que escapó por pies.
Miura / Fundi, Bote, Sánchez
Toros de Eduardo Miura, desiguales de hechuras, pobres de cara, varios sospechosos de afeitado, flojos, de juego variado e interesante; 4º, muy encastado, premiado con vuelta al ruedo.Fundi: oreja; dos orejas y rabo. José Luis Bote: oreja; dos orejas. Sergio Sánchez: oreja y vuelta. Fundi, Bote y el mayoral salieron a hombros. Plaza de San Sebastián de los Reyes. 1 de se septiembre. Última corrida de feria.
En la muleta el toro embestía como un tren. Fundi hizo una faena larguísima, casi toda con la mano derecha. En todos los pases desplazó al toro hacia afuera, sin rematar, detrás de la cadera, sin dominar, en definitiva. Probó con la izquierda, el toro se revolvió con mal estilo y Fundi desistió pronto. Al final, alardes temerarios que entusiasmaron al público. Estocada perdiendo la muleta, muerte espectacular del toro encastado y bravo, y aquello fue el delirio: dos orejas y rabo para el torero y vuelta al ruedo del toro. Todo excesivo.
La otra sorpresa de la tarde la constituyó el toreo reposado de José Luis Bote, que parece ya recuperado de sus lesiones. Hizo una faena al quinto pletórica de gusto y temple, de pases suaves y medidos. El toro muy poco tenía que ver con el anterior. Era nobilísimo, tirando a babosa. Con este tipo de toros, la emoción sólo la puede poner el torero. Un pegapases hubiera dormido hasta a las ovejas. Pero Bote no es ningún pegapases. Hilvanó una faena sobria y justa en la que sobresalió el toreo al natural.
En su toro anterior, con la muleta a media altura y dejándole a su aire, sufrió una voltereta sin consecuencias. No quiso obligar al toro, justo de fuerzas, codilleó y en un pase por alto el toro se le venció y le alcanzó en el muslo sin llegar a calar.
Otro toro encastado, aunque menos que el cuarto, le tocó a Sergio Sánchez en primer lugar. Templó muy poco Sánchez, no acertó con las distancias y los terrenos, y perdió una buena oportunidad. Del sexto no aprovechó las primeras arrancadas en el último tercio y en vez de corregir los defectos de un toro violento e incierto, los acrecentó con una lidia equivocada.
Fundi dio muchas voces al primero. También sudó mucho. Lo llevó con la muleta a media altura para que no se derrumbara. Ejecutó unos naturales estimables aunque no ligó más de tres. Luego, Fundi, con el quinto, sudaría aún más.
Babelia
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