La fe soviética hecha pedazos
En el ambiente de irresponsabilidad de su relación con el arquitecto Jaromir Krejcar, Milena Jesenska, a pesar de su embarazo, no dudaba en hacer toda clase de locuras sobre las pistas de esquí y se rompió una pierna. Esto le obligó a permanecer en cama varios meses, hasta el parto, y le dejó como secuela una cojera permanente. Además, las operaciones de la pierna obligaron a aplicarle morfina con la posterior dependencia. Escribe la hija: "La morfinomanía destruyó poco a poco su relación con Jaromir, que ya había sufrido grietas durante la enfermedad".Tras la marcha del arquitecto a la Unión Soviética, Milena se entregó con entusiasmo y energía a las tareas del partido comunista. Encargada de cuidar a un camarada enfermo, el judío eslovaco Evzen Klinger, inicia con él una relación amorosa. De esa época escribe su hija : "Siguió un periodo de corta. pero intensa fe absoluta". No obstante, en esa fe iba larvado ya lo que luego desencadenaría la ruptura. Milena estaba convencida de que la crítica era parte esencial del comunismo y conforme a ello actuaba: "Decía en voz alta todo lo que pensaba y quería corregir los errores que veía".
La guerra de España y el estalinismo, las purgas de Moscú, el testimonio al regreso de la Unión Soviética de su ex marido, que daba rienda suelta a su decepción dieron un vuelco en las creencias de Milena, quien no vaciló en denunciar, al estalinismo en sus escritos. En un artículo del 8 de marzo de 1938 escribe Milena contra el comportamiento de la URSS con personas de ideología comunista de las que se sirvió y luego dejó sin apoyo. Relata Milena cómo gran número de ellos acabaron en prisiones sóviéticas: "Así y no de otro modo trató la URSS a quienes fueron tan estúpidos de creer que ser comunista significaba lo mismo que estar bajo protección soviética".
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