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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sobre la llamada 'comedia catalana'

La peculiar política de ayuda al cine de la Generalitat de Cataluña, tan sólo concebida para aumentar la difusión de la lengua catalana, ha hecho que los mejores cineastas, que son unos cuantos y algunos realmente importantes, emigren en masa a Madrid y en Barcelona sólo hayan quedado los que se dedican a vivir de las subvenciones. En resumen, ha conseguido terminar con el cine catalán. Valga como ejemplo el hecho de que, salvo excepciones, lo único que se ruedan en Cataluña son anodinas producciones, sin el menor interés, dentro de ese subgénero que se ha dado en llamar comedia catalana.Estrenada en Madrid en pleno mes de agosto y con una mínima asistencia de espectadores, Escenas de una orgía en Formentera es uno de los títulos más significativos de esta paulatina degradación que sufre el cine catalán por culpa de una equivocada política de subvenciones. Tanto por carecer de cualquier atractivo como por estar escrita y dirigida por Francesc Bellmunt, un cineasta con 25 años de experiencia y 16 películas a sus espaldas, que es el principal creador de esta comedia catalana, dentro de la que ha rodado películas de interés, como La orgía (1978) o La quinta del porro (1980).

Escenas de una orgía en Formentera

Director y guionista: Francesc Bellmunt. Fotograria: Joan Minguell. Música: Jordi Nogueras. España, 1995. Intérpretes: Rosa María Sardá, Joaquín Kremel, Helena Pérez-Llorca, Emilio Gutiérrez Caba, Merce Lleixa. Estreno en Madrid: Acteón.

Excesiva torpeza

Su nuevo título cuenta con excesiva torpeza cómo el presentador de un programa culinario de la televisión catalana pierde el juicio y le da por añorar la orgía que vivió en Formentera en 1974 con una mujer de la que sólo recuerda un tatuaje en su sexo. Los que le rodean tratan de representar de nuevo aquella orgía para que vuelva a su ser. Anécdota tras la que es fácil ver un cierto simbolismo y al propio Bellmunt añorando los felices tiempos en que rodaba La orgía, descubría a una nueva generación de actores, tenía gran éxito y aparecía como el renovador del cine catalán.Subvencionada conjuntamente por el Ministerio de Cultura y la Generalitat de Cataluña, nada queda en esta nueva Escenas de una orgía en Formentera de aquella antigua La orgía, y además parece escrita y dirigida con gran desgana, como si se tratase de un ineludible compromiso. Se sitúa muy lejos de los mejores tiempos de Francesc Bellmunt, tanto a niveles de escritura de una historia interesante como de cuidada realización y de descubrimiento de nuevos y eficaces actores. Nada hay en ella que pueda despertar el interés de un posible espectador, sea catalán o de cualquier otra parte del mundo, por mucho que haya perdido el conjunto en el siempre doloroso proceso de doblaje a otra lengua.

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