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Bruselas pide a Londres que modifique el plan de sacrificio de las 'vacas locas'

Los expertos buscan en la placenta sangre o leche, la clave del contagio madre-cría

El comisario de Agricultura de la UE, Franz Fischler, ha pedido al Reino Unido que modifique el plan de sacrificio selectivo del bovino británico, en función de la incidencia que en esta enfermedad vaya a tener la posibilidad de que la encefalopatía espongiforme bovina se transmita de las madres enfermas a sus crías. Douglas Hogg, ministro británico de Agricultura, vivió ayer otra jornada febril. Los científicos reconocieron que ignoran aún si el contagio vertical se produce durante la gestación, a través de la sangre o la leche.

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Hipótesis inquietante

En una carta enviada el jueves por la tarde al ministro británico de Agricultura, Douglas Hogg, Fischler le pide que el plan se prolongue y se modifique teniendo en cuenta los últimos descubrimientos científicos, aunque no cuantifica en cuantos animales debe incrementarse el plan vigente.La Comisión no se atrevió ayer a aventurar qué consecuencias puede tener el descubrimiento de que las vacas enfermas pueden transmitir el mal a sus crías. Según un portavoz comunitario, este hecho no obliga a tomar medidas adicionales en defensa de los consumidores europeos ya que está prohibida la exportación de todos los productos vacunos británicos, con la salvedad de la gelatina, las grasas y el esperma de toro. En principio no se va a embargar de nuevo el semen porque los métodos de transmisión descubiertos son consecuencia del contacto de la cría con la sangre de la madre durante la gestación, pero no hay ningún indicio de que el mal se transmita de forma genética.

Aunque la Comisión no lo ha dicho, todo indica que sí será necesario ampliar el plan de sacrificio selectivo a los animales jóvenes, que hasta ahora se suponían a salvo de la enfermedad. También parece seguro que el embargo al vacuno británico va estar en vigor durante mucho tiempo porque la posibilidad de que la enfermedad se transmita de la madre a la cría va a hacer imposible que la encefalopatía espongiforme bovina desaparezca con la muerte de las vacas que comieron piensos cárnicos a finales de los años ochenta.

Prudencia en la UE

La Comisión, sin embargo, optó por la prudencia y no se atrevió a aventurar un pronóstico sobre la duración de las medidas actuales. El portavoz de Bruselas se limitó a reiterar que el embargo se irá levantando paso a paso y con el aval de los científicos, tal y como acordaron los Quince en la cumbre de Florencia, en junio pasado.Los científicos que asesoran al ministro británico de Agricultura, Douglas Hogg, reconocieron ayer que ignoran aún si el contagio de las vacas a sus terneros se produce durante la gestación, a través de la sangre, o bien de la leche.

Los expertos que analizan, por su parte, las posibles vías de contagio animal han descartado hasta ahora la leche porque no incluye la proteína -prion- que desencadena la enfermedad. En las vaquerías comerciales, además, los terneros no reciben más que el calostro, la primera leche que da la hembra tras el parto. "Su composición es distinta a la leche ordinaria y no se vende para consumo humano", ha subrayado el comité asesor oficial para la encefalopatía espongiforme bovina.

El caso de la sangre resulta más complejo. Algunos científicos creen que puede incluir células afectadas que escapen a los análisis efectuados hasta ahora. Los veterinarios, sin embargo, tampoco lo consideran relevante. Según ellos, el contagio a otras especies animales ha sido logrado en el laboratorio con tejido del cerebro o la médula espinal, dos despojos apartados de la cadena alimentaria. De ahí que no apoyen el sacrificio de ejemplares sanos sino una buena selección de las granjas y cabezas de vacuno infectadas.

Los hallazgos de los científicos británicos serán analizados en septiembre por el Comité Científico Veterinario (CCV) y el Comité Multidisciplinar especializado en la ESB. El otoño se presenta cargado de citas para los expertos comunitarios.

La industria ganadera del Reino Unido sigue sufriendo los efectos de tanta incertidumbre. Hasta un 30% de los mercados tradicionales puede cerrar en los próximos 12 meses si aumentan las cifras de reses sacrificadas. Y los precios, que han bajado ya este año un 25% por kilo de carne, han caído otro 8% en las últimas horas.

Mientras, los ganaderos esperan que alguien les guíe y Douglas Hogg negocia de nuevo dentro y fuera del país, el ala más antieuropeísta de su partido ha vuelto a pedir mano dura. Theresa Gorman, una de las diputadas conservadoras más críticas con su propio Gobierno, ha dicho que es preciso darle la espalda a Europa. "La carne de vaca está en peligro de extinción si los científicos no paran de formular dudosas teorías para políticos mal informados", señala.

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