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Terapia para la depresión con estimulación magnética del cerebro, creada en España

Un neurólogo valenciano logra el 70% de éxito en 63 pacientes tratados

Álvaro Pascual-Leone, un neurólogo valenciano de 35 años, quería averiguar qué consecuencias podía tener en el habla una operación de tumor cerebral, dado que el hemisferio izquierdo del cerebro suele ser el dominante en el uso del lenguaje. Así descubrió que todas las personas a las que aplicaba estimulación magnética en esta zona se ponían inexplicablemente tristes. Al profundizar en el control de la percepción afectiva de los pacientes se demostró que "si efectúas una estimulación inhibidora del hemisferio, derecho del cerebro la persona se pone mucho más alegre".

La palabra depresión surgió de inmediato:. "Vimos que el lado prefrontal izquierdo de las personas con depresión endógena funciona de forma hipoactiva, luego modulando el nivel de excitabilidad de la corteza cerebral podríamos neutralizar la depresión", explica Pascual-Leone.En la prestigiosa revista médica The Lancet publicó, la pasada semana, sus conclusiones del primer estudio que hizo sobre 17 enfermos con depresión resistentes a los fármacos, que fueron sometidos a estimulación magnética durante cinco días seguidos, 11 de los cuales presentaron una notable mejoría durante dos semanas. En estos momentos ya ha tratado a 63 personas, con un porcentaje de éxito del 70%, y hay dos grupos de investigadores estadounidenses trabajando con la máquina que él mismo diseñó en, Washington en 1987.

Sin anestesia

Sin anestesia, ni cirugía, esta técnica no invasiva sólo produce un leve dolor de cabeza, "despejable con una simple as pirina", dice Pascual-Leone. Al parecer, no conlleva más riesgos que un posible aumento de las crisis epilépticas en enfermos que toman antidepresivos tricíclicos o neurolépticos. "Por contra", matiza, "otros medicamentos [como los antagonistas de calcio o los nuevos antiepilépticos] mantienen más tiempo el efecto positivo del campo magnético aplicado".En aquel primer estudio, Pascual-Leone y su equipo consiguieron mejorar el estado anímico de 11 pacientes durante dos semanas, tras cinco sesiones de 10 segundos de duración con 10 pulsos magnéticos por segundo, separados por una pausa de un minuto. "No sabemos por qué las otras seis personas no mejoraron, de ahí que el próximo paso sea individualizar el tratamiento", señala el neurólogo, que se declara en condiciones de predecir si va a haber o no actividad inhibidora o aceleradora en cada persona tratada. Aunque todavía habla de técnica "experimental", ya que falta un metaanálisis estadístico concluyente, este científico español ya ha demostrado que aumentando de cinco a diez o quince días la estimulación diaria con medio minuto de intervalo, la depresión desaparece de cuatro a seis meses.

Pascual-Leone, no obstante, matiza: "No sabemos si, transcurridos los cuatro o seis meses de mejora, la estimulación tendrá efecto en una nueva aplicación cuando el paciente decaiga". Y responde tajante a la pregunta de por qué no se opta por inhibir la actividad del hemisferio derecho en lugar de excitar el izquierdo, a fin de evitar los riesgos que más les preocupan (de hecho, la máquina está preparada para aplicar 60 pulsos magnéticos por segundo y las pruebas se han realizado con 10). "Se trata de modular el nivel de actividad cortical, pero no a la baja", explica.

Tampoco oculta lo difícil que resulta cuantificar la depresión, para lo cual se utiliza una batería de tests de todo tipo. Pero concluye: "Si a una persona que carece de autoestima y no se relaciona con nadie por su enfermedad, le solucionas su problema durante un tiempo, le acabas de hacer feliz".

La técnica de estimulación magnética transcraneal repetida tiene varias ventajas sobre las terapias electroconvulsivas (descargas eléctricas en el cerebro), como evitar la pérdida de memoria pasajera. En líneas generales, consiste en un banco de condensadores que permiten una carga y descarga muy rápida a través de una bobina de hilo de cobre metida en "una especie de cuchara de plástico". El campo magnético penetra en el cráneo sin atenuarse y sin dolor. Dependiendo de dónde se produzca la estimulación, el sujeto notará que se le mueve levemente el ojo, la mandíbula o un dedo de la mano.

Las limitaciones tienen su fundamento en los riesgos de sufrir convulsiones, ya que está comprobado que las crisis epilépticas están relacionadas con un exceso de actividad cortical del cerebro. "No se trata de que vayas a ser epiléptico", matiza Pascual-Leone, "`pero con intervalos inferiores a ocho segundos, sí pueden producirse convulsiones", añade.

La investigación deja la puerta abierta para estudiar si este tratamiento tendrá utilidad en el futuro en enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer.

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