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Golpe de los militares tutsis en Burundi

La ONU y los países, occidentales condenan el derrocamiento del presidente Ntibantunganya

El Ejército de Burundi, controlado por los tutsis, dio ayer un golpe de Estado y, designó al comandante Pierre Buyoya, que gobernó el país de 1987 a 1993, como, jefe de una junta militar. Los golpistas motivaron su acción en la inseguridad que vive el pequeño país centroafricano, escenario últimamente de un recrudecimiento de los enfrentamientos tribales, y en la incapacidad del anterior Gobierno de coalición para salir de la crisis. La radio estatal anuncié el cierre del aeropuerto de Bujumbura, la capital, y de las fronteras terrestres, así como la suspensión de los partidos políticos y del Parlamento. La violencia estalló en las calles de la ciudad en una señal de que la asonada ha despertado la resistencia de parte de la población.

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"Burundi no va a ser colonizado de nuevo. Es un país independiente y no permitiremos ser gobernados por fuerzas extranjeras", explicó un portavoz de los golpistas al reaccionar ante una eventual amenaza de intervención por parte de una fuerza de interposición de la Organización de Unidad Africana (OUA). El secretario general de la ONU, Butros Butros-Gali, condenó la acción y dijo que la comunidad internacional no aceptará en ningún caso un cambio de Gobierno por la fuerza" Estados Unidos -en cuya embajada en Bujumbura se refugió con su esposa, el pasado martes por la noche, el presidente de la república, Sylvestre Ntibantunganya- ya ha advertido que no reconocerá a los golpistas, y ha anunciado que hoy presentará un plan detallado en la ONU para impedir una mayor catástrofe en Burundi, donde la lucha entre la mayoría hutu y la minoría tutsi ha causado 150.000 muertos en los últimos tres años. También la Unión Europea (UE) ha amenazado con suspender la ayuda al país si se consolida un régimen militar.

Ntibantunganya, perteneciente a la comunidad hutu, pidió protección al embajador norteamericano por miedo a ser linchado por encolerizados tutsis tras la matanza de más de 300 civiles de esa etnia ocurrida el pasado sábado en el campo de refugiados de Bugendana. El derrocado presidente había manifestado, antes de producirse la insurrección, que no estaba dispuesto a dejar el cargo. Sin embargo, el débil Gobierno de coalición, que encabezaba Antoine Nduwayo, se derrumbó el martes.

El anuncio oficial de cambio de régimen se produjo poco después de que Nduwayo, tutsi, anunciara su dimisión. Con su renuncia se puso fin a la coalición político-tribal que mantenían desde julio de 1994 el Frente para la Democracia en Burundi (Frodebu, hutus) y la Unión para el Progreso Nacional (Uprona, tutsis).

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Toque de queda

La junta militar decretó el toque de queda en todo el país para afianzar el control, al tiempo que anunciaba la suspensión temporal de todas las garantías civiles. Las fronteras han quedado cerradas, pero hasta última hora de la tarde se mantenían todavía las comunicaciones telefónicas con el extranjero.

Blindados repletos de soldados armados entraron poco después en la capital para ocupar los principales centros neurálgicos. Sin embargo, el levantamiento ha despertado resistencia entre la población. Ráfagas de intenso tiroteo se escucharon en la capital burundesa al poco de que la radio nacional difundiera la noticia del golpe.

El ministro de Defensa, el coronel Firmin Sinzoyiheba, declaró en la emisora que el comandante Buyoya, que había llegado al poder con otro golpe de mano en 1987, era el nuevo presidente "de transición" de Burundi, pero no precisó cuánto tiempo durará su mandato. Buyoya anunció anoche a través de la radio estatal que su prioridad desde la presidencia será "acabar con las matanzas y restablecer la paz".

Poco antes de que se produjera el golpe, pistoleros no identifiados atacaron el mercado central de Bujumbura y lanzaron arias granadas. Se desconoce si el atentado causó víctimas, pues el Ejército acordonó inmediatamente la zona.

Por otra parte, la Oficina de Información Diplomática comunicó que los 12 españoles residentes en Burundi, 9 de ellos religiosos, continúan sin novedad y permanecen en contacto por radio con la Embajada de España en Tanzania.

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