Mas sangre en África
LAS ATROCES matanzas de cientos de refugiados tutsis en Burundi han vuelto a poner en evidencia la fragilidad dé un orden que nunca ha cuajado en ciertas regiones de África y que cuando se quiebra lo hace con crueldad inmensa. La crisis de Burundi se anunciaba ya hace semanas, cuando aún se pretendía una solución africana para un problema africano". La solución no llega y los muertos vuelven a hacinarse.En el origen de esta nueva crisis vuelve a estar el conflicto tribal entre tutsis y hutus. Varios centenares de tutsis que salieron huyendo de una Ruanda dominada por los hutus, en la que en 1994 se produjo un auténtico genocidio, buscaron efímero cobijo en campos de refugiados de Burundi. Estos días son asesinados por hutus y nadie puede olvidar que fueron más de cien mil los tutsis asesinados en 1993 en Burundi en una venganza masiva por la muerte en atentado del-primer presidente hutu del país. A su vez, el Ejército burundés, controlado por tutsis y acosado por la guerrilla hutu, está expulsando de otros campos de refugiados en Burundi a muchos de los 90.000 hutus huidos de Ruanda.
Puede que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) acierte cuando desde Ginebra acusa a los Gobiernos de Ruanda y de Burundi de "confabularse" para expulsar a estos hutus que se ven ahora sin refugio posible e intentan volver a Ruanda en condiciones dramáticas.
El conflicto actual lleva semanas creciendo. Puede desbordar los límites de este pequeño país e involucrar a Ruanda y otros Estados de la zona en lo que constituiría una nueva catástrofe en una región en la que se acumulan profundos odios tribales y problemas de fronteras que llevan a pensar en unos Balcanes africanos. De crecer el conflicto, se corre el riesgo de que Ruanda acuda en apoyo de los tutsis en Burundi y los milicianos hutus exiliados de Burundi salgan de Zaire para luchar en su tierra.
Burundi está a un paso de una guerra civil que podría disparar cualquier acontecimiento indeseado. El Estado y el Gobierno están al borde del colapso, y la clase dirigente ha tardado en darse cuenta de que el Ejército ya no podía controlar la situación. El Gobierno de Burundi había rechazado una intervención humanitaria o de seguridad internacional. Sólo recientemente el presidente hutu y el primer, ministro tutsi aceptaron su necesidad, pero este último se ha echado atrás ante el temor a, la neutralización de su Ejército.
Ruanda, Somalia o Liberia no son nombres a citar como operaciones internacionales ejemplares. Pero, a pesar de posibles defectos, una intervención multinacional en Burundi es una posibilidad -que no garantía- de frenar la barbarie tribal. Así lo consideró a finales del mes pasado la cumbre de la OUA (Organización para la Unidad Africana) a instancias del ex presidente de Tanzania Julius Nyerere, quien está detrás de los esfuerzos para que arranque un proceso de paz impulsado también por la Unión Europea y EE UU. Las dificultades de constituir tal fuerza son grandes. Resultaría costosa -algunos expertos hacen estimaciones que van de 100.000 millones a 200.000 millones de pesetas- y sus reglas de intervención tendrían que resultar claras y contundentes.
Las conversaciones al respecto prosiguen.. La fuerza estaría esencialmente, formada por tropas de Uganda, Tanzania y Etiopía, y de ahí los recelos de la población tutsi, que teme que escore hacia el otro bando. El Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia (CNDD), hutu, al que el Ejército burundés acusa de estar detrás de las últimas matanzas de tutsis, exige que esta fuerza negocie con ellos antes de entrar en Burundi o, de otra forma, la considerará como invasora.
Washington podría aportar apoyo logístico y técnico a este destacamento internacional. En año electoral, difícilmente puede Clinton no hacer nada ante unas matanzas que empiezan a entrar a través de la televisión en todos los hogares, pero tampoco puede involucrar directamente a sus soldados. En tesitura semejante -hacer o dejar que se haga- aparece la Unión Europea, dispuesta a una ayuda que requiere, previamente el arranque del proceso de paz.
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