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Soledad Puértolas escribe un misceláneo lleno "de melancolía"

La escritora publica 'Recuerdos de otra persona'

Soledad Puértolas, cuando vivía en California y todavía no era quien después sería -esta escritora que ahora es- conoció a un viejo exiliado, de esos que se ganaban la vida desasnando norteamericanos, quien le dio un consejo: que abandonara las fricativas (en fonética, dícese de los sonidos de la f, s, z, j, etcétera; se sabe) y se dedicara a la literatura.Y aquel viejo exiliado, estimable escritor, olvidado, Arturo Serrano-Plaja, y aquel exquisito editor, "una persona silenciosa", Valentín Zapatero (con Andrés Trapiello, culpable de aquel buen hacer de la editorial Trieste; ya saldada), salen en Recuerdos de otra persona (Anagrama), el último libro de Puértolas, un libro misceláneo, "no un libro de nostalgias, sino de melancolías", según dijo Luis Mateo Diez en el acto de presentación, el jueves; un libro, agregó la autora, que no es ni una biografía, ni un libro confesional, sino más bien "una mirada hacia el mundo, hacia las cosas que en verdad me importan", y es que, enfatizó, "escribir es recordar".

Ni al presentador, Luis Mateo Diez, ni a la autora les gusta especialmente ese género tan en boga de la ficción del yo, del diario o de la prosa memorialística, y sin embargo Soledad Puértolas, una noche en un antro modelno, en la presentación de una novela de Vicente Molina-Foix, confiando en que por el ruido ambiente su susurro no se entendiera, le dijo a su editor, Jorge Herralde, que tenía un libro misceláneo, unos textos fraguados en una mirada, un tiempo y un espacio, y que si los quería ver (y todo dicho, de creer a la autora, que por qué no, con el azoramiento de la principiante, de la novel, ella que es quien es). Y el editor le contestó al instante, sin que cambiara la música en aquel antro (el Morocco, de Alaska), que adelante.

Mirada hacia atrás

Y aquí está, en la feria, Recuerdos de otra persona, una mirada hacia atrás, fragmentada, espaciada (Zaragoza, Pamplona, Madrid, el extranjero), que al leerlo Luis Mateo Diez le confirmo lo que ya sabía, esto es: "Escribir no es más que contar la vida, de mil maneras, claro está, de forma diferente, por supuesto, y contarla es recrearla, expandirla, hacerla mayor". Y a Luis Mateo Diez le interesa ese género intermedio de los libros del recuerdo, que invitan a transitar, dijo, por el territorio del recuerdo, "en donde", se explicó, "el tiempo nos enajena y nos hace otro y por eso aquí Soledad se ve, desde. el recuerdo, como si no fuera ella, como si fuera otra; el yo está presente pero se adelgaza para convertirse en vosotros".

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