Francia pide a sus ciudadanos que abandonen Argelia tras el asesinato de 7 monjes trapenses
Francia hizo ayer un "llamamiento solemne a todos los franceses que residen en Argelia" para que abandonen ese país, sumido en la guerra civil, tras conocerse que el Grupo Islámico Armado (GIA) degolló el martes pasado a los siete monjes trapenses que mantenía secuestrados desde el 28 de marzo. El asesinato se produjo al fracasar unas negociaciones iniciadas entre los radicales islámicos, el Gobierno de París y el régimen de Argel, con las que se pretendía intercambiar a los secuestrados por un grupo de fundamentalistas encarcelados en las prisiones de Argelia y de Francia, y entre los que obligatoriamente se reclamaba la libertad del líder del GIA, Abdelhak Layada.
El llamamiento del Gobierno francés a sus ciudadanos residentes en Argelia incluía por primera vez una mención especial a los religiosos, a quienes también se pide que abandonen el país norteafricano. Las autoridades, al igual que el cardenal arzobispo de París, Jean-Marie Lustiger consideran desgraciadamente creíble el anuncio realizado por el GIA, la organización más cruel y sanguinaria de las actúan hoy en Argelia.El cardenal Lustiger apagó ayer uno a uno, en un gesto cargado de emoción, los siete cirios que permanecían encendidos en la catedral parisina de Nôtre Dame desde hace casi dos meses, cuando, en una ceremonia a la que asistieron las máximas autoridades religiosas en Francia del islam, el judaísmo y el protestantismo, fueron prendidos como símbolo de esperanza en la vida.
Ayer, el cardenal Lustiger se dirigió a "mis amigos musulmanes" para recordarles que "Dios no puede desear la muerte de hombres, de hermanos que también son hijos de Dios". Y acabó con palabras dramáticas, que parecían especialmente dirigidas a los integristas: "Tened piedad de vuestro pueblo".
El cardenal no quiso, sin embargo, sumarse al mensaje oficial del Gobierno de Francia cuando pide el inmediato retorno de todos los franceses residentes en Argelia: "Aquéllos que teman por sus vidas deben obedecer el llamamiento; aquéllos que quieran seguir dando testimonio de amor, sabrán lo que desean hacer".
Los siete monjes asesinados, que tenían edades comprendidas entre los 50 y los 80 años y estaban en su mayoría enfermos, son el padre Paul Dorchier, el prior Christian Marie de Charge, y los hermanos Christophe le Breton, Bruno, Paul Fabre Miville, Michael Fleury y Celestin Ringeard.
El asesinato de los rehenes fue anunciado por los integristas con una llamada telefónica realizada el miércoles a los servicios centrales de la emisora de la radio marroquí Midi 1, en la localidad de Tánger. El mensaje fue reconfirmado ayer con un nuevo comunicado enviado por fax y que llevaba por título El anuncio incontestable de la muerte de los monjes franceses, según aseguraron portavoces de la cadena de radio, que se difunde por el norte de África y Francia.
La nota estaba firmada por un emir del GIA, del que no se especificaba su nombre, pero al pie se había colocado el sello de la organización islámica. El texto aseguraba que las negociaciones entre el Gobierno francés y los dirigentes del GIA se habían iniciado el pasado 30 de abril, cuando llegó a la Embajada francesa en Argel una grabación con la que el GIA probaba documentalmente que tenía a los siete monjes trapenses y que éstos se hallaban en buen estado de salud. Pero estas negociaciones se interrumpieron días después sin mediar ninguna explicación, según se desprende del mensaje de los integristas.
Intercambio
Con anterioridad a esa grabación, el mismo Grupo Islámico Armado había remitido a los medios de información en Londres, el pasado 18 de abril, una carta dirigida al presidente de la República Francesa, Jacques Chirac, que fue recogida por todos los medios de información, en la que se ofrecía la libertad de los monjes trapenses a cambio de un grupo de militantes y activistas islámicos.Numerosas organizaciones internacionales, entre las que se encontraba la Comunidad Ecuménica de San Egidio, en Roma, habían hecho con toda discreción un llamamiento a todas las partes implicadas en la guerra civil de Argelia para tratar de lograr la libertad de los siete monjes. Su secuestro y asesinato supondrá el cierre definitivo del Santuario de Nuestra Señora del Atlas, situado en la región de Medea, una zona dominada por los grupos integristas radicales, contra los que actúan desde hace más de cinco años y sin éxito las fuerzas del Ejército regular del régimen de Argel.
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