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Reportaje:

"Sabíamos quiénes eran los jugadores en el ciclo celular, pero nada acerca del juego"

Décadas hablando de cómo curar una célula enferma y aún no se sabe cómo funciona sana, qué mecanismos regulan sus tres opciones: división, especialización o descanso. Cuando se averigüe podrá entenderse por qué en el cáncer pierde toda su capacidad para salirse del ciclo maldito de la proliferación sin pausa. Si en la década de los ochenta fueron los oncogenes, factores de crecimiento, y antioncogenes las estrellas de la biología molecular, hoy empieza a serlo el ciclo celular, asegura Joan Massagué, investigador español en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, de Nueva York. "Hemos ido aprendiendo mucho de los genes. Pero durante muchos años hemos sabido cuáles eran los jugadores y nada acerca del juego; sabíamos de las piezas, pero no de la máquina". Hoy ya se sienten en condiciones, dice, de empezar a trabar el rompecabezas."En reuniones de este tipo, a las que asisten clínicos, ya se habla del ciclo celular", subrayaba satisfecho Massagué la pasada semana en el II encuentro sobre Oncología que organizó en Segovia el investigador Mariano Barbacid. El concepto no sólo refleja el mecanismo por el cual una célula termina dividiéndose en dos idénticas (mitosis). Supone un proceso que "al ser. estudiado con las bases que se tienen hoy en día permite ser utilizado como marco para integrar mucha información acumulada durante década y media de biología molecular de la célula", explica Massagué.

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La investigación que desarrolla actualmente con su equipo en Nueva York se detiene en una de las piezas complejas del mecanismo, en una citoquina, con gran actividad antimitogénica, involucrada en la transmisión de señales inhibidoras del crecimiento celular.

El rompecabezas que pretenden construir "evidentemente nunca se va a completar del todo porque la complejidad de la vida es enorme. Pero al menos estamos poniendo en el mapa las carreteras principales y algunas de las secundarias", dice el investigador.

La medicina ya está pudiendo intervenir de alguna manera en este mapa, aunque todavía sin entender muy bien cuál es la función específica de la molécula sobre la que actúan, bien con interés tarapéutico o de diagnóstico precoz. "Por ejemplo, si se sabe que una molécula es necesaria para que la célula se divida, aunque no sepamos cómo lo

hace, podemos empezar a pensar en modular o silenciar la actividad de esta molécula con fines terapéuticos". Pero los avances no auguran que se pueda llegar a obtener el control absoluto. "Muchos de estos complejos procesos van a ser entendidos, lo que no significa que vayan a ser controlados por la complejidad del sistema", matiza Massagué. "Alterarlo, por mucho que sepamos, puede llevar a respuestas no previsibles. Hay que entender una cosa", prosigue. "Estamos hablando ahora del ciclo celular, mientras que en la década anterior lo hacíamos de los genes y las proteínas, los elementos que constituyen la célula. Estas constituyen los tejidos, que forman a su vez el organismo, y que es el que finalmente vas a curar. La célula es un eslabón que hoy en día se puede abordar. Luego habrá que empezar a pensar en el tejido, en el órgano y en el individuo. Aunque supiéramos muchísimo sobre una célula y pudiéramos manipularla en cultivo en un laboratorio de forma que podamos precedir cómo va a, ser su respuesta, eso nos dejaría todavía muy en blanco, en cuanto a poder predecir cuál sería el comportamiento del tejido u órgano".

Massagué se muestra comedido sobre las posibilidades que ofrecerá la cartografía del genoma humano. "El mapa del genoma humano va a ser muy útil para usarlo como eso, como mapa; nos va a dar simplemente genes, como sacados de una bolsa, pero sin decir nada en aboluto sobre qué hace éste o aquél gen; que proteína codifica; qué función controla; en qué célula, en qué tejido, en qué momento de la vida, qué relación tiene con tal o cual enfermedad. Es como si a uno le dan un mapa de Mongolia y le dicen: 'Vete de excursión'. 'Bueno, ¿dónde estan las cosas interesantes?', se preguntará. Un mapa no es suficiente, aunque es imprescindible".

"Por esto", continúa su reflexión, "aunque hubo muchas críticas de algunos científicos que pensaban que el esfuerzo económico y humano de mapear todo el genoma humano iba a ir en detrimento de la investigación más creativa, -porque esto es pura tecnología-", advierte, "hoy en día, entre que ha ido mucho mas rápido de lo que se esperaba y que ya hay beneficios importantes, hay intereses muy favorables", concluye.

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