Las orejeras ideológicas
"Admiramos a Sartre", afirma Joaquín Estefanía en el prólogo a una reciente edición de La caída (Debate), "pero a quien quisimos de verdad fue a Camus"; más adelante: "cuando nos habíamos despojado de las orejeras ideológicas". Estefanía rememora la polémica con Sartre que condenó a Camus a la soledad y a la incomprensión de buena parte de la izquierda europea. El biógrafo de Albert Camus Olivier Todd -Albert Camus. Une vie- se ha despachado con dureza contra Sartre y Simone de Beauvoir -"lo que hizo ella en Les Mandarins es innoble", dijo recienternente-.Estaba en juego la definición del compromiso del intelectual y la viabilidad de lo que entonces se llamaba "socialisnio real". Camus fue uno de los primeros integrantes del Partido Comunista francés durante la resistencia y también uno de los primeros en criticar y abandonar la organización.
"Creo que Estefanía", señala Guelbenzu, "refleja a la perfección el sentimiento de nuestra generación, aunque he de reconocer que personalmente siempre sentí cierto rechazo visceral hacia Sartre. La polémica afectó a Camus en lo ensayístico, pero creo que no tanto en lo literario. Ya era un valor consagrado y, además, para los españoles, gozaba de una cercanía especial porque es un autor muy mediterráneo".
Camus no era un pensador, sino un humanista, y Sartre no era tanto un literato como un filósofo. "El partidismo que abandera Sartre era injusto y es evidente que el tiempo ha dado la razón a Camus", concluye Guelbenzu, "pero no sólo en esta polémica, sino en casi todo". A raíz de su muerte, Sartre publicó un artículo emotivo y premonitorio en el que reconocía la honradez e independencia de su vida y de su obra: Albert Camus vivant (Albert Camus vivo).
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