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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ariadna Gil

Malena se ve muy bien, pero como relato padece deficiencias que le quitan vuelo. A ráfagas es un filme vivo y brillante, sobre todo a causa de la gran presencia y el, cada vez más ancho de registros, talento de Ariadna Gil, actriz con poca experiencia que, a tenor de lo que da en estos sus comienzos, está embarcada en un itinerario profesional que no es quimérico intuir que irá muy lejos. Malena-personaje es una buena creación suya. Presumo que más por instinto que por cálculo -lo deduzco de la soltura con que ejecuta transiciones no fáciles pero que ella hace sencillas- la actriz no reinventa sino que inventa Malena. Vista la película, es inimaginable el personaje con otras maneras de responder a la intromisión de la cámara en su vida. Ariadna da vigorosas réplicas al acercamiento- de la lente, aanta primeros planos duros de sostener y logra un magnético tú a tú con la cámara, que aunque no la busque, la encuentra; y aunque su encuadre gravite en otro rostro es el suyo quien se lleva la mirada.Con sobriedad y sin rastro de la deleznable moda de hacer muecas en las tomas cortas; con seguridad de movimiento en las tomas largas y con autoridad para apoderarse del encuadre en escenas compartidas, sin caer en el vicio depredador que llaman chupar plano a su o sus colegas, Ariadna Gil se adueña del filme con comedimiento y elegancia, apoyada en su gran fotogenia, que pocas actrices tienen en el cine de ahora. Lo demostró en Antártida y ahora vuelve a demostrarlo, haciendo literalmente lo contrario que allí. Malena no es un filme logrado, pues tiene quiebras y arritmias, pero lleva al huerto, pues la actriz llena sus vacíos y da energía a sus momentos débiles. Hay en Malena dos deficiencias que empequeñecen una película ambiciosa y realizada con esmero, pero lastrada por un guión bien escrito, pero con imprecisiones en la construcción de tempo o de ritmo. Una está en el súbito tránsito de la infancia a la juventud de la protagonista, que no se apoya en la nítida y vigorosa elipsis que requiere un salto de tiempo hacia delante de esta en vergadura. Esto se percibe en que, ocurrido ese salto, lo dejado atrás se hace irrelevante, casi innecesario -y en cine sobra todo lo que no es imprescindible-, pues de la infancia de Malena sólo son indispensables después dos objetos funcionales (un broche y un cuaderno), cuya función argumental posterior podía, y a mi juicio debía, representarse en flash-back (o retroceso) incorporado: salto atrás sin filmación de ese atrás. Otra deficiencia está en el ritmo de sucesión de las etapas de Malena adulta, que se apelotonan en forma imprecisa y son mal marcadas. El relato está concebido en yo, pero es visualizado desde un punto de vista apersonal, que no da la dimensión del transcurso emocional de cada etapa del personaje; y el espectador ha de deducir esa dimensión de aspectos ornamentales de la imagen (cambios de peinado, vestido) y no de la dinámica interior de la imagen, del subsuelo de la película. El relato es encadenado desde una selección de acontecimientos obviamente subjetiva, pero el enfoque de cada suceso carece de subjetividad, contradicción que agolpa las etapas del personaje de manera plana, uniforme y, por tanto, informe, lo que es otra carencia de sentido de la elipsis. Lo que sucede a Malena puede ocurrir en un año o en treinta. Si concluimos que más bien ocurre en diez o doce, es porque lo deducimos de la información exterior que nos da la pantalla y no porque lo vivamos en nuestra vivencia interior de la pantalla. Lo notable del filme es el acoplamiento entre personajes e intérpretes sobre los que Ariadna vuela sin esfuerzo aparente, regalando un baño de fotogenia e indicios de ser una personalidad mayor en nuestro cine. Esto hace de Malena obra de mérito, con buen pronóstico en cuanto producción, aunque no contenga más que a ráfagas buen cine.

Malena es un nombre de tango

Dirección: Gerardo Herrero. Guión: Senel Paz, basado en la novela de Almudena Grandes. Fotografía: A. Mayo. Música: A. Duhamel. España, 1996. Intérpretes: Ariadna Gil, Marta Belaustegui, Carlos López, Luis Fernando Alvés, Isabel Otero, Marina Saura. Estreno en Madrid: cines Liceo, Ciudad Líneal, Renoir (Cuatro Caminos), Canciller, Princesa, Aluche, Acteón, Benlliure, Palafox y Vaguada.

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