Retrasado hasta 1997 el desmantelamiento de la central nuclear de Vandellós I
Los residuos radiactivos dificultan la operación, que costará más de 50.000 millones
El desmantelamiento de Vandellós I (Tarragona), la primera nuclear clausurada en España a raíz del incendio que sufrió el 19 de octubre de 1989, iba a comenzar esta primavera, según los planes de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa). Pero la operación se ha tenido que retrasar hasta el próximo año por los problemas de la empresa que explotaba la central (Hifrensa) para acondicionar los residuos radiactivos que aún quedan en la planta. Hasta que no haya terminado, y no hay fechas concretas, Enresa no podrá acometer tan delicado proceso, que se prolongará más allá del 2025 y costará alrededor de 54.000 millones de pesetas, según los cálculos iniciales.
Las dificultades técnicas para tratar el grafito contaminado de los antiguos soportes de las barras de combustible retrasarán la entrega, como mínimo hasta el próximo otoño, según Enric Pla, director de Vandellós I. Pla explica el retraso por la ausencia de precedentes en trabajos de este tipo, y por la aparición de problemas en la puesta a punto de los equipos de trabajo a distancia con materiales contaminados. La empresa propietaria de la central, Hispano-Francesa de Energía Nuclear, SA (Hifrensa), tiene la obligación de eliminar todos los residuos procedentes de la explotación antes de entregar el recinto a Enresa, la empresa estatal encargada de desmantelarla.Además, falta por cumplir otro requisito indispensable. El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) todavía no ha aprobado el plan de desmantelamiento, que Enresa presentó al Ministerio de Industria y Energía en mayo de 1994. Nada menos que 5.000 folios de partida, más, varias peticiones de ampliación de información. Según un portavoz del CSN, el visto bueno podría llegar en junio, pero como todo el proceso lleva retraso, tampoco hay mucha prisa, "dada la complejidad de la operación", informa Rafael Ruiz. Está pendiente también la declaración del impacto ambiental, en manos del Ministerio de Obras Públicas, que no estará completa hasta por lo menos octubre. Por otro lado, el CSN está a la espera del asesoramiento externo sobre el plan de desmantelamiento que ha solicitado al Instituto de Protección y Seguridad Nuclear de Francia.
Una vez allanado el camino, Enresa desmontará los equipos convencionales de la central, en un plazo que durará previsiblemente hasta el 2000. El cajón con el reactor nuclear -el corazón de la central- esperará entre 25 y 30 años, hasta que pierda parte de- su radiactividad para poder ser desmantelado.
Silos con grafito
En Vandellós I quedan tres silos llenos con casi 2.000 toneladas de tubos de grafito, que en su momento soportaban el combustible de la nuclear. Este es el único residuo que la empresa explotadora, Hifrensa, aún no ha podido acondicionar. El grafito es un residuo de baja actividad, aunque de larga vida activa (se compone especialmente de carbono 14).Para esta operación se ha construido un taller robotizado, que consta de un brazo automático para sacar las camisas de los tres silos donde están depositadas, y trasladarlas hasta una prensa, donde se pulveriza el carbón para separar la parte metálica. Posteriormente, estos dos elementos se envasan independientemente, puesto que recibirán un tratamiento distinto en función de su contaminación. Todo ello debe hacerse a distancia, dada la radiactividad.
Este taller robotizado es un prototipo totalmente experimental, del que no había antecedentes. Su construcción y montaje se hizo dentro de los plazos previstos en el calendario orientativo inicial, pero luego vinieron los retrasos. Cuando se iniciaron las pruebas con material inerte, se detectaron problemas de coordinación que una vez iniciado el trabajo con material radiactivo serían difíciles de corregir.
Enric Pla indica que no se sabe lo que pueden tardar estas operaciones y las dificultades que pueden surgir, y sólo pone el próximo otoño como horizonte para entregarla a Enresa.
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