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El destino de la cabaña bovina británica, en manos de los expertos oficiales

Las proporciones de la crisis suscitada en el Reino Unido al revelarse el miércoles que el denominado mal de las vacas locas podría transmitirse a las personas, traspasó ayer las fronteras nacionales cuando también el Gobierno egipcio anuncio que no importará carne de vacuno europeo. En Londres, el responsable de Agricultura, Douglas Hogg, respondió a las presiones de Bruselas señalando que el Gobierno esperará a las conclusiones de su propio comité de expertos en encefalopatía bovina antes de decidirse a sacrificar una parte o los 11 millones de reses del país.Los trece miembros del comité, constituido en 1990 para asesorar al Gobierno británico en todo lo referente a la encefalopatía bovina espongiforme, estudiarán durante el fin de semana de manera minuciosa los riesgos reales que plantea el consumo de hamburguesas y salchichas, especialmente en los niños, la población aparentemente más expuesta a la nueva versión del síndrome de Creutzfeldt-Jakob. No obstante, sus conclusiones no serán dadas a conocer hasta mañana lunes, cuando el ministro de Sanidad, Stephen Dorrell, comparezca de nuevo ante la Cámara de los Comunes.Ayudas adicionales

"Si el precio de la carne continúa bajando, necesitaremos fondos de ayuda adicionales", declaró ayer a una, emisora de radio de la BBC, el presidente del NFU, David Naish. El propio Naish se mostró favorable a que el Gobierno acepte -si los expertos nacionales así lo señalan- la sugerencia de¡ comité de veterinarios de la UE de sacrificar aquella parte de la cabaña bovina que haya estado más expuesta al mal de las vacas locas.

El Partido Laborista favorece también una medida similar. Ayer, no obstante, el Gobierno tory fue objeto de nuevos ataques desde las filas de la oposición. John Prescott, número dos laborista acusó al Ejecutivo de haber desoído la advertencia de un grupo de científicos que hace siete años recomendaron estrictas medidas de control en los mataderos, consistentes en un examen del cerebro y las vísceras de cada animal sacrificado.

Lo cierto es que son muchas las preguntas sin respuesta que se formula estos días la prensa y el público británico. Nadie sabe por qué tardó el Gobierno británico 18 meses en tomar en consideración la enfermedad de las vacas locas, y 20 meses en decidir que todos los animales enfermos debían ser sacrificados. Tampoco se sabe por qué no se pagó el precio real por cada animal sacrificado a los ganaderos, en lugar de la mitad, lo que estimuló la codicia de muchos y les decidió a llevar al mercado a los animales enfermos. Sólo en febrero de 1990 se decidió pagar el precio total.

Mientras, siguieron llegando ayer los rechazos a la carne británica. La cadena McDonald's anunció que suspendía la venta de productos hechos con vacuno del Reino Unido.

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