Un historiar raza, un hombre de bien
El próximo martes 16 de abril habrá un vacío irremplazable en las actividades de la Real Academia de la Historia. Ese día debía pronunciar su conferencia, en el ciclo España. Reflexiones sobre el ser de España, Paco Tomás y Valiente. Había elegido un título que aparentemente no tenía mucho que ver con su disciplina -La España de hoy- pero cuyo. contenido de seguro habría sido inconcebible sin esa condición de historiador que él poseía en grado superlativo.En cierto modo de esa conferencia que ya no tendrá lugar se puede deducir una trayectoria biográfica. Francisco Tomás y Valiente poseía esas virtudes de disciplina y rigor en el trabajo intelectual y de voluntad de respuesta ante el indeclinable compromiso hacia la vida pública que son el mejor activo de una porción de la Universidad española. Son ellas las que, además, hacen que resulte difícil que nuevas generaciones superen a la de seniores como él, aunque deban intentar seguir su ejemplo.
Un intelectual y profesor universitario por encima del imprescindible nivel de calidad habitual se mide no por la erudición sino por la pluralidad de intereses y la claridad ínterpretativa en materías quie no han sido objeto de su erudición específica. Tómese, por ejemplo, el breve volumen que Tomás y Valiente dedicó a la desamortización, materia alejada de lo que puede considerarse como su investigación más propia. Sobre ella, sin embargo, construyó un texto que, aún hoy, pasado mucho, tiempo y escritas infinitas monografías provinciales y locales, sigue resultando deslumbrante porque cumple sobradamente con aquel requisito de ser toda él músculo y ni un gramo de grasa, como Ortega pedía a la Constitución de 1931. La última ocasión en que tuve la oportunidad de verle -durante la constitución de la Junta Superior de Archivos, hace apenas una semana- me habló de sus lecturas de Historia reciente, también muy lejanas a su dedicación preferente.
La vida de un brillante profesor universitario está entrecruzada de momentos de soledad, dedicados a la lectura, la investigación o la atención al alumno y de actividad mucho más sujeta a la observación, multiplicada en casos excepcionales por la dedica ción a la vida pública. En una de ellas le ha golpeado la abyecta barbarie a Tomás y Valiente por la sola razón de su excelencia. Nunca manifestaremos agrade cimiento. suficiente a quienes, como él, guiados por el sentímiento de deber, han prestado su colaboración a. tareas- colectivas al margen de todo partidismo. En definitiva los artículos que es cribía en este diario, henchidos de sabia comprensión de lo in mediato, constituían la prolongación de aquel compromiso, como lo hubiera sido esa conferencia que ya nunca pronunciará. En ellos se descubría, una y otra vez, esa suma de fervor y de voluntad de concordia que retratan siempre a un hombre de bien.Javier Tusell es historiador.
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