Mariano Barroso: "Hemos tenido que derribar las puertas para entrar en el cine"
El director compite con su segundo largometraje, 'Extasis', en el Festival de Berlín
ROCÍO GARCÍA "Lo tenéis todo vosotros y no lo soltáis", le dice Javier Bardem a Federico Luppi en Éxtasis, la única película española que compite en Berlín. Su director, Mariano Barroso, y otros muchos saben del frío de esa frase. "Se han abierto las puertas del cine español. Pero esas puertas, cerradas a cal y canto, no las ha abierto la generación precedente porque no ha sido generosa. Es verdad que ha habido cómplices infiltrados de la generación anterior, pero hemos tenido que derribar esas puertas porque no las querían abrir. Había una especie de maldición", dice Barroso, quien se ha preguntado muchas veces la intención oculta de la inexistencia de una escuela de cine. %Qué es? ¿Egoísmo, miedo, inseguridad? La generación precedente ha sido muy injusta, y esas cosas se pagan. Ahora vivimos una situación que puede ser injusta en el sentido contrario ' en la que todo el apoyo es para los nuevos realizadores y esa otra generación no tiene ninguna ayuda. Es verdad que no es justa, pero de alguna forma están pagando algo que se han buscado", explica el director que tiene ante sí un portón más que una puerta: competir en el Festival de Berlín con su segundo largometraje.
Con guión del propio Barroso y de Joaquín Oristrell Éxtasis, protagonizada por Javier Bardem, Federico Luppi, Silvia Munt y los noveles Daniel Guzmán y Leire Berrocal, es una producción de Tornasol Films. Extasis responde a una pregunta de su director: ¿compensa el éxito a cambio de la traición? ¿Compensa conseguir el triunfo y olvidarse de la lealtad? Para Mariano Barroso, "esa obsesión desquiciada por triunfar produce un estado de ánimo que a mí personalmente me inquieta". "Desde el momento en que renuncias a tus sueños, a ser y perseguir lo que quieres, renuncias a ti mismo". Y Barros o no ha renunciado al suyo, recordando, lo que decía Orson Welles a Ed Wood: "Para lo único que merece la pena hacer cine es para contar tus propios sueños".
A él no le ha llegado el momento del éxtasis -"el éxtasis' para mí sería poder hacer esa película grande como El padrino o tantas otras"- y no envidia a esos directores a los que el personaje público ha llegado a devorar a la persona. "La humildad es algo que acompaña a los artistas grandes y es quizás lo que más admiro". Por eso ha dedicado su película a William Layton, director teatral, "grande y humilde", con quien entendió que las películas y las obras de teatro están para decir algo. "El teatro tiene toda la historia que le falta al cine. El teatro supuso un cambio definitivo en mi vida. Yo ya trabajaba en cine haciendo cortos, pero cuando conecté con el teatro entendí el sentido de hacer cine. Comprendí que las películas y las obras de teatro están para decir algo, entendí el sentido real de hacer una película".
Piensa en Berlín y sabe de los placeres del cine que verá y de la inquietud que le corroerá. Pero hay un deseo que vuela por encima del resto: "Me gustaría que reconocieran el trabajo de Javier Bardem, Federico Luppi y Silvia Munt, porque creo que no es muy frecuente ver los niveles de implicación de estos tres actores".
Implicación.
"Javier es la implicación, la fuerza física y emocional. Debajo de un aspecto salvaje esconde la fragilidad del niño que es. Se hace mucho daño físico y emocional porque no se protege, porque le falta control".
El actor soñado.
"Luppi es el actor de cine soñado. Conoce sus posibilidades y las, utiliza. Él dice que se siente libre trabajando cuando le señalan exactamente cual es su marca, le impiden moverse y le gritan la palabra acción".
Sensual.
"Es pura intuición y muy sensual. Nunca hace dos tomas iguales, y eso es muy rico para la película. Y sobre todo tiene ojos y primer plano. He visto a poca gente manejar como ella lo hace el primer plano".
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