Mi querido ídolo
Siempre fuiste la imagen de artista que yo quise ser desde niño. Me conquistaste con el Zapateado de Sarasate y, ya siendo máyor, con aquel Martinete insuperable, tan lleno de fuerza y maestría.Siento tanto que no te hayan valorado tu gran esfuerzo de tantos años llevando el pabellón de la danza española, tan alto siempre por todas partes, que me produce una profunda tristeza pensar cómo has debido de pasar estos últimos años, tan solo y tan alejado de la mayoría de las personas que te hemos querido y admirado. Te agradezco aquella orportunidad que me diste aquella noche en Londres, bailando las Sonatas del Padre Soler, y de sacar a escena aquel traje rojo que era como de príncipe y que yo tanto disfruté. Gracias por ilusionarme y por saber ver en mí, aquel niño sin experiencia, las posibilidades de la danza. De corazón te amé y te amaré siempre. Allí en el cielo encontrarás tu trono de gran artista y los aplausos de una corte celestial que no cesa. Aquí perdurasen nuestro corazón y nuestro recuerdo.
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