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El cambio climático recrudecerá las infecciones

El calentamiento global del planeta plantea más amenazas que las ya conocidas de inundaciones, sequías y fenómenos que alteren las cosechas o la vida urbana: el incremento de las enfermedades infecciosas en cuyo contagio juegan un papel fundamental los insectos y el agua. Si las temperaturas suben dos grados a lo largo del próximo siglo, la malaria, que mata a dos millones de personas cada año, podría aumentar su mortandad en otro millón más, según un informe publicado en la revista de la Asociación Médica Americana."El cambio del clima puede alterar la distribución de enfermedades infecciosas, poniendo en situación de riesgo a nuevas y potencialmente amplias capas de la población", según el epidemiólogo Jonathan Patz, de la Escuela de Higiene y Salud Pública JohNs Hopkins, que afirmó la semana pasada en un coloquio que "este nuevo tipo de amenaza a la salud es muy complejo y exige una integración de políticas de salud pública y medio ambiente". Patz cree que, aunque no se han hecho suficientes estudios sobre las consecuencias del cambio de clima en las enfermedades infecciosas, las noticias relacionadas con la dificultad para controlar la fiebre del dengue en Centroamérica y los rebrotes de cólera en otros lugares del mundo deberían acentuar la necesidad de investigar mas a fondo.Estudios de simulaciónEn el caso de la malaria, identificada por la OMS como la enfermedad infecciosa más sensible a los cambios de clima, Patz citó estudios de simulación hechos en ordenador para afirmar que el calentamiento global pondría en situación de riesgo a unos 620 millones de personas más que las que ahora están y podría aumentar sus víctimas de dos a tres millones de personas a mediados del próximo siglo. Para la predicción se ha utilizado la epidemia de malaria de 1987 en Ruanda, que afectó a zonas altas y frías del país en las que nunca se había registrado la enfermedad después de un verano extraordinariamente caliente.

En el caso de la fiebre del dengue, que transmite un mosquito y contra la que no existe vacuna, "temperaturas ligeramente elevadas producirán más mosquitos que picarán con más frecuencia", según Jonathan Patz, que citó también los estudios de una colega, la doctora Rita Caulwell, sobre la asociación de las altas temperaturas del agua del mar con la proliferación de algas portadoras del vibrión colérico y con el incremento de mareas rojas de microorganismos que afecten a los peces.

Para hacer frente con más eficacia a estas amenazas, Jonathan Patz sugirió la necesidad de mejorar el control de la salud pública, entre otras cosas con el establecimiento de "centros vigía de diagnóstico".

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