La Europa social busca a la monetaria
Italia quiere incluir empleo y política exterior en la reforma de Maastricht
ENVIADO ESPECIALLa presidencia italiana de la Unión Europea (UE) pretende dar un impulso a la inclusión del empleo en la reforma del Tratado de Maastricht y persigue que ésta dote de nuevos instrumentos a la política exterior común. Roma, ha decidido ya dar "la máxima solemnidad" a la apertura de la Conferencia Intergubernamental (CIG) encargada de la reforma, "porque diseñará la Europa del próximo siglo". En consecuencia, convocará a los jefes de Estado de Gobierno, tanto si Jacques Chirac asiste como si no. "No sepuede pensar en una unión monetaria con un 11% de parados. La unión monetaria y el empleo deben ser vistos como un conjunto; hay que reducir el paro para que la moneda única sea estable y fuerte", lanzó el presidente del Consejo de Mi nistros italiano, Lamberto Dini, en la presentación del semestre, horas antes de su segunda dimision.
No propugnaba añadir el empleo a los criterios de Convergencia, sino subrayar la necesidad de completar la Europa monetaria con la Europa social", según el director general del Tesoro, Mario Draghi. ¿Cómo? Avanzando en "la europeización de los mercados de trabajo" e impulsando las nuevas actividades creadoras de empleó, ligadas a las pyme [pequeñas y medianas empresas]y al medio ambiente", subraya.
Y marcando posiciones para la CIG que reformará el Tratado de Maastricht, de manera que su nueva redacción incluya la política de empleo. "Somos conscientes de las divisiones que este asunto provoca" (Londres se opone), "pero trabajaremos a favor del reequilibrio" entre lo monetario y lo social, precisa Silvio Fagiolo, antiguo miembro del grupo Westendorp y responsable de la CIG en la Farnesina, el Ministerio de Asuntos Exteriores. La otra gran obsesión italiana para la conferencia es la política exterior común, "cuyos resultados no han sido gloriosos, como se demostró en la antigua Yugoslavia", reconoce el secretario general de Exteriores, Boris Biancheri. El objetivo es dar visibilidad a la Unión para que "hable en el mundo con una sola voz". El instrumento, establecer una maquinaria, una célula de análisis y planificación diplomática, de la que hoy la UE carece, "y poner frente, a ella a una persona", según se apuntó en el *grupo de reflexión encabezado por Carlos Westendorp.
En marzo, en Turín
Pero aunque ésas son las prioridades de la presidencia para la CIG, Italia pretende "no cerrar puertas ni temas, sino madurarlos y establecer su agenda con el máximo detalle", indica Fágiolo. La sesión de aperturas será el día 29 de marzo, en Turín, y ya está, formalmente decidido que sean los jefes de Estado o de Gobierno quienes bendigan en Consejo Europeo los trabajos de sus mi nistros de Exteriores. Se pretende una "reunión breve" de los 15 líderes, pero "de mucha solemnidad", para destacar que la reforma diseñará la Europa del siglo XXI, en la que se incluirán los nuevos socios del Este. Las dos CIG preparatorias del Tratado de la Unión no tuvieron el realce de un prólogo así.El presidente francés, Jacques Chirac, anunció en la cumbre de Madrid -irritado por la oposición de Roma a sus ensayos nucleares en Mururoa- que si Italia convocaba una cumbre, quizá no asistiría. Deseamos que acuda, pero si no viene, la cumbre igualmente se celebrará. Papandreu no estuvo en Madrid y hubo Consejo Europeo", arguye Biancheri. Su equipo está convencido de que Chirac no sacaría ningún provecho de su ausencia y de que a final de marzo las heridas habrán cicatrizado.
Hasta entonces, la presidencia pretende consensuar con sus 14 socios el detalle de la agenda, el nivel de la representación y el método de la toma de decisiones, sin entrar todavía en el meollo de la negociación. Italia propone que los titulares de Exteriores supervisen mensualmente el trabajo de un equipo similar al grupo de reflexión, que se reunirá tres veces al mes, que no se cierre ningún capítulo hasta el final de la CIG, "para poder realizar los intercambios de cesiones mutuas", y que los jefes de Estado puedan examinar en la cumbre de Florencia, el próximo junio, un informe de etapa de lo realizado bajo su mandato.
Aunque la división de opiniones enfrenta a unos u otros socios en todos los asuntos a tratar -sociales, institucionales y ciudadanos-, como se evidenció en el grupo de reflexión, la Farnesina trata de minimizar esta dificultad. "Hay Más consenso de partida que cuando el Acta única, a la que se oponían tres países", sostiene Fagiolo. Al menos sobre objetivos como los de "dar más visibilidad a la Unión, dimensionar su política exterior y adaptarla a las exigencias de la ampliación".
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