Ecuador, por la cuesta abajo
El país andino acumula reveses, corrupción e indecisión gubernamental
ENVIADO ESPECIALTodos menos el mestizo Augusto celebraban la elección de una joven negra como Miss Ecuador. "Nos friegan por todos los lados. No hay luz, la vida sube, se escapa, Dahik y para colmo esto. El mundo pensará que aquí todos, somos negros". "Usted es un poco racista Augusto, ¿no?". "No, no, pero algo se nos quedó de lo que trajeron ustedes, de la tierra madre. Y le hablo así pues la conversa (sic) es, agradable". Treintañero, dependiente de farmacia, recula en sus murmuraciones sobre los 700.000 compatriotas negros para abundar en la denuncia del presidente Sixto Durán Ballén. "Le voté pero, me ha defraudado. Esto no tiene compostura". No sólo el racista Augusto se duele. Mendicante el 35% de sus 11 millones de habitantes, Ecuador acumula reveses, corrupción e indecisión gubernamental. El general Paco Moncayo se destapó ayer con quejas por una democracia que no le satisface, preñada de corrupción".
Muy complejo ha sido el último año de la pequeña nación latinoamericana en el paralelo cero, asomada al siglo XXI con un ascenso de las fuerzas conservadoras, el agotamiento, de las propuestas reformistas del centro y arrastrada su izquierda por el descalabro de los regímenes comunistas. El último gran susto, provechoso de utilizarse para baldear el sistema, sobrevino el 12 de octubre, fecha en que Alberto Dahik, vicepresidente del Gobierno, se fugó a Costa Rica para evitar su encarcelamiento. Quien había denunciado corrupción en los poderes del Estado acabó en requisitoria con cargos de enriquecimiento a cuenta de los fondos reservados de la vicepresidencia. Perpleja la sociedad, la crisis era inevitable, pero no la primera.
Esperanzados al comienzo de su mandato, la mayoría de los quiteños consultados por este corresponsal sacramentan, en términos duros, el pesimista parecer del analista Fabián Izurieta, contrario a la liberalización económica de Durán Ballén. "Las cosas andan hoy muy mal. Adicional a los problemas de todo tipo, hay, un estado psicológico depresivo en una gran parte de los ecuatorianos". "Al cabo de tantos y tantos sacrificios que se han demandado al pueblo de parte de este Gobierno", añade, "hemos llegado a la conclusión de que todo este esfuerzo, en el análisis final, conduce a la peor crisis de la historia del país de las últimas décadas".
No opina así la Administración, cuyos portavoces, aun admitiendo retrocesos, enumeran los avances macroeconómicos logrados a partir de 1991 y creen haber recuperado el ambiente necesario para mejorar, con su privatización, el servicio de las empresas estatales más obsoletas o ruinosas. Cierto es que durante la actual Administración, Ecuador mantuvo una reducción de las tasas inflacionarias, aumentaron sustancialmente las reservas monetarias y se registró una razonable estabilidad en el tipo de cambio. "Él país puede y tiene recursos para producir crecimientos superiores al 5% ( ... ) Los ajustes son irreversibles para llevar el progreso al país", asegura el ministro de Hacienda, Iván Andrade. Pero las cosas se han torcido y en el mejor de los casos Ecuador crecerá este año tres puntos, según el BID (Banco Interamericano de Desarrollo).
Y en un proceso compartido por el grueso de los países al sur de río Grande, a la riqueza generada por la entrada de capitales tampoco sigue en Ecuador su equitativo reparto, ni una política social eficaz.
¿Y la corrupción? Las cosas han cambiado en Ecuador desde los nuevos ingresos del petróleo de los años setenta, semilla de una casta de nuevos ricos, estafadores muchos, y de una idolatría hasta entonces desconocida. Jorge Vivanco, subdirector y editorialista del diario Expreso, que descubrió el escándalo Dahik, sabe mucho sobre esta mutación. Explica que el país era pobre por su subdesarrollo, pero el Estado distaba mucho de ser un bien mostrenco sujeto a saqueo. La oligarquía económica, aristocrática y pudiente por heredad, era insignificante comparada con la de otros países, y los empleados públicos, bien que mal, cumplían con honradez. Los abusos no alcanzaron a la dirección de los Gobiernos. "Ahora estamos metidos en un cono de sombra, el más denso de la historia, protegido por los poderes del Estado y grupos de presión, pero asoma un rayo de esperanza".
El 9 de junio de este año, Vivanco escribía un artículo titulado Chantaje, sólo chantaje, cuyas repercusiones no sospechó el autor. Cinco días antes, había almorzado con Dahik. El vicepresidente protestó por el permanente chantaje al Gobierno de funcionarios en los poderes legislativo y judicial. Citó el caso de un bloque parlamentario exigiendo enmascaradamente 200.000 millones de sucres (más de 9.000 millones de pesetas), el medio millón de dólares por cabeza reclamado por 16 diputados para aprobar una ley, y del dinero que solicitaban magistrados de la Corte Suprema a fin de declarar constitucional una resolución promovida por el Gobierno.
"El hombre del maletín"
Con "el hombre del maletín" listo, diputados de una comisión encargada de informar sobre la ampliación de un oleoducto también hablaban de millones para un pronunciamiento favorablemente, y pese a admitir que "robaban desaforadamente" el vicepresidente aprobó cinco nombramientos en empresas del Estado. Todo se publicó, sin citar la fuente, y la magnitud del escándalo obligó a Dahik a identificarse. Despreciado, pero ayudado por notables, se refugió en Costa Rica, donde tramita el asilo político con más devergüenza que razones.
Queda ahora por descubrirse el contenido de los microfilmes archivados en las bóvedas del Banco Central con el movimiento bancario de los dineros secretos del Estado manejados por el vicepresidente huido. El presidente de la Corte Suprema, Carlos Solórzano, en contra de la reserva establecida por el Gobierno, pretende la difusión de aquella documentación que sin atentar contra la seguridad de Estado desenmascare a los beneficiarios de la corrupción.
"Cuando se conozcan las fotocopias de los cheques que nacen de los microfilmes, el país se irá de espaldas ante lo que conoceremos", anticipó León Febres Cordero. Hechos ocurridos durante la autoritaria gestión del ex presidente también fueron de espanto, recuerdan sus detractores.
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