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El efecto de la droga en el cerebro, clave para combatir la adicción

Se celebra en Mojácar un encuentro internacional sobre la dopamina

En algunas personas, el efecto de una droga y la circunstancia en la que se consume se graban a fuego en el cerebro. Así empiezan a explicar los investigadores el gran drama de las adicciones: la recaída permanente. El mecanismo se está estudiando con los opiáceos, aunque la hipótesis es que los transmisores cerebrales implicados en esta grabación -la dopamina, el glutamato y la serotonina- son los mismos que actúan para perpetuar otras adicciones, químicas como el tabaco y el alcohol, o de comportamiento, como la adicción al juego, al consumo compulsivo o al sexo.

La base neuroquímica de las adicciones ha sido uno de los temas tratados en estos días en la reunión internacional sobre los avances en el estudio de la dopamina, celebrado en Mojácar (Almería) y organizado por la Fundación Cerebro y Mente.Los enigmas que aún esconde el funcionamiento del cerebro dejan a los científicos tres preguntas por responder: ¿por qué consumimos sustancias adictivas?; ¿por qué producen dependencia?; y ¿por qué para algunos sujetos es imposible salir?

Los llamados sistemas de recompensa cerebrales, que nos proporcionan el estímulo, la motivación o la sensación de bienestar, no se autoabastecen; de forma natural todos los alimentamos. "Una actividad sexual placentera o una buena comida refuerzan estas zonas del cerebro de forma natural", indica Peter Kalivas, investigador del programa de abuso de drogas y alcohol de la Universidad de Washington.

Las drogas producen los mismos efectos. Kalivas explica como el estrés, ese estado emocional tan común en la sociedad moderna, enciende los mismos sistemas cerebrales que la cocaína para provocar euforia. Estresarse sería la droga más barata, bromea el investigador. Asimismo, pocos deportistas compulsivos de fin de semana o amantes del riesgo saben que lo que están haciendo es simplemente recargar su cerebro de opioides endógenos o endorfinas (sustancias que se producen en el cerebro y con acción similar a la morfina).

El problema es cuando al cerebro no le bastan los estímulos naturales y pide más. En mayor o menor medida todas las personas se lo dan una copa ante un apuro, un estimulante, la nicotina o la cafeína. Pero ni todas las sustancias tienen la misma capacidad adictiva ni todas las personas igual vulnerabilidad para la dependencia.

Conclusiones

Los investigadores han llegado a dos conclusiones para explicar por qué sólo una pequeña parte de quienes entran en contacto con las drogas se hacen en adictos: "Una es genética", dice Kalivas. "Unos individuos quizá nacen con una mayor dificultad cerebral para recibir compensaciones a través de su entorno. Y otra situación es más sociológica. Afecta a los que no tienen una situación fácil o agradable. La droga les hace sentirse como nunca habían experimentado antes".Con todo, muchos consumidores de drogas, sean blandas o duras, han mostrado ser capaces de mantener a raya su adicción. Se calcula que un 15% de ellos no podrá nunca salir de la droga. La recaída será una espada de Damocles, aunque hayan pasado años de un tratamiento de desintoxicación.

Igual que el olor de una magdalena fue para Proust el detonante que le llevó a revivir su infancia en En busca del tiempo perdido, para un alcohólico o un heroinómano, exponerse de nuevo ante la situación que rodeaba su antigua adicción le aboca a caer otra vez en ella.

La voluntad choca con un mecanismo cerebral que consiste en la grabación, a través de diversos sistemas de neurotransmisión, de los estímulos internas y externos que rodearon en su día el consumo de una sustancia adictiva. De momento, este mecanismo sólo se ha descrito en relación con la dependencia a una sustancia químicas. "Cada droga actúa diferentemente sobre el cerebro, pero los mecanismos que perpetúan la adicción son comunes", asegura Miguel Casas, profesor de psiquiatría y jefe de la Unidad de Toxicomanías del programa San Pau-Citran, del hospital San Pau de Barcelona, que investiga el tema.

Los sujetos en los que se han mostrado estos cambios funcionales en el cerebro son considerados hoy por los expertos tan enfermos como los que sufren otro tipo de trastornos orgánicos. Sin embargo un diabético podrá disponer libremente de la insulina que le pide su cuerpo, mientras que la heroína le está vetada al heroinómano, incluso bajo prescripción médica.

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