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Salman Rushdie visita Granada en secreto

El escritor recorrió la ciudad con Antonio Muñoz Molina para "El País Semanal'

El fugitivo más famoso del mundo, el escritor Salman Rushdie, salió de su escondite para visitar de incógnito Granada a finales de septiembre. Con Antonio Muñoz Molina, guia improvisado del recorrido, paseó por los lugares donde transcurre su última novela, El suspiro del moro. Ambos escritores entraron en la Alhambra por una puerta secreta cuando el último turista ya habia salido. El País Semanal publica este fin de semana el relato de 24 horas vertiginosas en las que Rushdie desafió la condena, fundamentalista a muerte.

Salman Rushdie llegó al aeropuerto de Málaga el 27, de septiembre al mediodía. Llevaba una bolsa de mano, y un cerco de policías de paisano le protegía. El escritor no ha vuelto a viajar solo desde que el 14 de febrero de 1989 el ayatolá Jomeini le condenara a muerte por escribir Los versos satánicos. En el aeropuerto le esperaba Muñoz Molina y juntos emprendieron camino hacia Granada en un automóvil blindado. Durante 24 horas recorrió el escenario de su última novela, El suspiro del moro (Plaza y Janés), con el rostro descubierto y a la luz del día."Se parecía, desde luego, a las fotos, pero no tenía ningún aspecto de perseguido, de rehén solitario que vive en una irrealidad de escoltas permanentes y lugares que se van quedando vacios a medida que él se aproxima", relata el escritor y académico Muñoz Molina en El País Semanal. Un complejo sistema de seguridad, supervisado por Scotland Yard y ejecutado por la policía española, se había puesto en marcha en julio cuando Rushdie aceptó venir a Granada.

La eternidad por su cabeza

Han pasado 30 años desde la última vez que el escritor estuvo en la ciudad. Entonces era un estudiante de 18 años, la idea de es cribir no le tentaba y su cabeza aún no valía un millón de dólares. La publicación de Los versos satánicos dio un vuelco radical a su vida. En 1989, Jomeini puso precio a su cabeza por blasfemia y, como ganancia extra, prometió al asesino la bienaventuranza eterna. Pero la idea de volver a ver la Alhambra era demasiado tentadora y Rushdie decidió correr el riesgo."Le encantó la idea. A mediados de septiembre se celebró una entrevista tripartita entre representantes de Plaza y Janés, Scotland Yard y la policía española", cuenta Enrique Murillo, editor de la obra, que acompañó a Rushdie y a Muñoz Molina en el recorrido. El itinerario estaba perfectamente estudiado. Un globo aerostático se sumó al dispositivo de seguridad durante el paseo por los jardines de la Alhambra, y el restaurante del Albaicín donde cenaron fue examinado previamente por un equipo de detección de explosivos.

"Yo creo que no hubo peligro para nadie. La gente lo reconocía por la calle y si algo me llamó la atención de él fue su relajo, su sencillez e inagotable paciencia". Murillo asegura no haber sentido temor ante la idea de publicar El suspiro del moro. El libro ha recibido críticas entusiastas en el Reino Unido y lleva vendidos más de 150.000 ejemplares.

Al atardecer Rushdie entró en la Alhambra por una puerta escondida. Éste era un paseo más literario que turístico: el protagonista de su novela comparte el destino de Boabdil. A pesar de la férrea seguridad, el azar tuvo la última palabra. "Rushdie y algunos más nos perdimos en los jardines. Cuando llegamos a la puerta de salida, ya, estaba cerrada. Estuvimos esperando un cuarto de hora hasta que nos vinieron a recoger. Rushdie se lo tomó con mucho sentido del humor. "La pena", dijo, "es que no tengamos un poco de vino", recuerda Murillo.

El viaje no podía acabar sin una visita al lugar que da nombre al libro. Según cuenta la leyenda, en este rincón desolado se detuvieron Boabdil y su madre para despedirse de la ciudad. Desde finales de septiembre, el nombre del perseguido Rushdie forma parte de la leyenda.

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