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FRENAZO A LAS POLÍTICAS A FAVOR DE AL MUJER

La perdedora de la sentencia de Luxemburgo afirma que no se siente 'una mujer cuota

"No estoy dispuesta a dejar el puesto sin pelear, pero no sé si lo resistiré", dice Glissmann

Para los dos protagonistas, de la polémica sentencia del tribunal de Luxemburgo, en contra del automatismo en la cuota femenina, en ciudad alemana de Bremen, la ingeniera Heike Glissmann, de 53 años, y el ingeniero Eckhard Kalanke, de 57años -que optaban, con la misma calificación, a un puesto directivo, que fue otorgado a Glissman por discriminación positiva, los cinco años pasados han constituído una enorme carga psicológica., EL PAÍS habló ayer por teléfono con Glissmann quien afirma: "no estoy dispuesta a dejar el puesto sin pelear!'. Y añade que no se siente "una mujer cuota".

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Glissmann produce al teléfono impresión de jovialidad, se ríe con frecuencia y acepta la entre vista, a pesar de una negativa inicial. Se ríe al admitir que, sin querer, se ha visto involucrada en una decisión histórica. No se siente "una mujer de cuota", "me siento mal así y no lo quise ser. Yo quería conseguir mi puesto por mis cualidades. Lomismo que el señor Kalanke. Se acudió a la instancia del arbitraje y luego a los tribunales porque él quiso ganar el puesto por una de cisión judicial. Así se llegó a seis procesos y hasta el tribunal europeo, que ahora devuelve la causa al Tribunal Federal de Trabajo, que quizá emita una sentencia o lo envíe a Bremen".Glissmann desempeñó de forma provisional el cargo directivo durante este tiempo y trabajó "puerta con puerta" con Kalanke. La relación entre ellos durante este tiempo fue "distanciada, pero objetiva". No se agarraron de los pelos, "no llegamos tan lejos", y: durante esos cinco anos Glissmann ejerció de jefa.

Casada, sin hijos, Glissmann cree que el elemelito social está presente en todos los casos, "estémos solteros o casados o vivamos juntos, si tenemos hijos o si no los tenemos, o si tenernos padres a quien cuidar". No vacila. en afirmar que Kalanke "gana bastante dinero ' para poder financiar los estudios de sus hijos. Su puesto no está peor pagado que el de un especialista". Asegura esta ingeniera paisajista que no hubo diferencias de sueldo entre los; dos durante este periodo, porque ella ejerció el cargo sólo con. carácter provisional, pendiente de la sentencia.

Falta la última palabra

No sabe Glissmann lo que ocurrirá con el cargo disputado tras la: sentencia de Luxemburgo, podría ser convocado de nuevo a concurso de méritos, -pero todo podría tomar otro giro, debido a, la nueva estructura del, servicio público. De cualquier forma Glissmann considera que todavia no se ha dicho la última palabra y espera de momento lo que decida el Tribunal Federal Ael Trabajo: "No estoy dispuesta a dejar el puesto sin pelear, pero no sé si mis fuerzas resistirán". A la pregunta de si todo este proceso. ha supuesto una fuerte carga'psicológica, responde: "sí, mucha". Explica la ingeniera que tiene la suerte detener "un marido fantástico, que ha vivido todo esto muy de acuerdo conmigo y por consiguiente me apoyo mucho". Dice Glissmann. que en cada persona hay "un pequeño machista, pero yo tengo un camarada para la vida".

Considera Glissmann que en cierto modo se ha convertido en una especie de heroína para las mujeres, porque "he puesto en marcha algo. La cuota de mujeres no es una solución afortunada. Tiene que pasar algo, para que la aceptación de la mujer en la vida profésional se produzca como algo natural. Esto no ocurre". Pero para la ingeniera, la sentencia de Luxemburgo supone "un retroceso, porque de momento la cuota en favor de lasmujeres es el único camino para mover algo, para conseguir que la mujer actúe de forma más segura en su profesión".

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