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GUERRA EN LOS BALCANES

El gas llega a Sarajevo, pero se aplaza la tregua

Al filo de la medianoche de ayer, y tras más de cinco horas de negociaciones en el aeropuerto de Sarajevo, Naciones Unidas anunció en Sarajevo un nuevo aplazamiento de la entrada en vigor del alto el fuego en Bosnia, el segundo en 24 horas. El Gobierno bosnio, insatisfecho con el nivel de suministro eléctrico restablecido en la ciudad, ha propuesto como comienzo del cese de hostilidades en todo el país las cero horas de mañana. La delegación serbia que encabezó las tensas conversaciones declinó dar su conformidad hasta hoy, alegando la necesidad de consultar con sus dirigentes. Los serbobosnios informaron a la ONU de que ya habían dado a sus tropas la orden de detener los combates.

En un ambiente crispado y por boca del jefe de su misión en Bosnia, el diplomático español Antonio Pedauyé, Naciones Unidas ha urgido al Gobierno de Sarajevo para que acepte sin más demora el compromiso de cese de hostilidades que firmó la semana pasada y que debía haber entrado en vigor en la madrugada del lunes. Los técnicos de la ONU se han comprometido a dejar listas hoy las reparaciones que aumentarán el suministro eléctrico a la capital al nivel de mayo pasado. El gas, otra de las precondiciones del armisticio para el Gobierno bosnio, llegaba ayer a Sarajevo con más fuerza que hace tres años, según los expertos.Mientras, el proceso de negociaciones de paz tiene ya fecha fija, el próximo día 31, en algún sitio todavía no fijado de la costa este norteamericana, según anunció el portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Nicholas Burns, que excluyó que el sitio elegido vaya a ser Camp David.

Los radicales serbobosnios están aprovechando hasta el último minuto para limpiar de musulmanes las zonas que controlan junto a Banja Luka, desde donde miles de civiles están siendo expulsados hacia áreas de Bosnia central. Los serbios han admitido la pérdida después de un intenso fuego artillero croata, la estratégica localidad de Mrkonjic Grad, unos 60 kilómetros al sur de Banja Luka, su plaza fuerte.

Entretanto, el representante especial de la ONU para antigua Yugoslavia, el japonés Yasushi Akashi, anunció ayer su deseo de ser relevado de sus funciones a final de este mes. Akashi, que ha ocupado el cargo durante dos años, será sustituido temporalmente por el ghanés Kofi Annan, jefe de las operaciones de paz en la zona.

El presidente bosnio, Alia Izetbegovic, se mostró jubiloso por la noticia y la calificó como "una buena iniciativa" por parte de la organización internacional. Akashi había sido objeto de críticas por parte de algunos países miembros de la OTAN por su "timidez" frente a los múltiples desafíos de los serbobosnios. .

Datos de la ONU

Naciones Unidas aportó ayer nuevos datos sobre el más reciente episodio de purificación étnica en Bosnia, en el que están colaborando pistoleros serbios a las órdenes de Zeljo Raznatovic, Arkan, buscado como criminal de guerra por el Tribunal de La Haya. La Agencia de Refugiados (ACNUR), que cifra en al menos unos 4.000 el número de musulmanes y croatas expulsados por los serbios de sus casas en el noroeste de Bosnia desde el pasado viernes, afirma tener numerosos testimonios de asesinatos indiscriminados, violaciones y amenazas de muerte.

Los hombres en edad militar han sido separados de las familias forzadas al éxodo y retenidos por los serbios. Centenares de los arrojados de la zona de Sanski Most, mujeres, ancianos y niños en su mayoría, han pasado hasta dos semanas en campos de concentración provisionales y sin recibir alimento durante días, según ACNUR.

La ONU y Cruz Roja levantan también el dedo contra el Gobierno bosnio, al que acusan de meter en autocares a muchos de los recién llegados a territorios controlados por sus fuerzas y enviarles directamente a zonas del frente próximas de Bihac, en el extremo noroeste del país. Naciones Unidas considera inhumano el trato de las autoridades bosnias con sus propios cuidadanos, zarandeados de una a otra parte y de un calvario a otro, en la mayoría de las ocasiones únicamente con lo puesto.

Uno de los puntos del armisticio, firmado la semana pasada entre los dirigentes bosnios y serbios bajo la presión estadounidense, prevé "el, tratamiento humano de civiles y prisioneros". Y otro, "la obligación de permitir a todas las personas libertad de movimientos y a todos los desplazados el derecho de volver a sus casas y recuperar su propiedad".

La esperanza para los vecinos de Sarajevo y para el resto de y Bosnia comenzó a fraguarse a medianoche del lunes, cuando Rusia abrió finalmente las válvulas de su gasoducto hacia Serbia. Hungría, paso obligado del combustible, hizo lo propio a las tres de la madrugada, según anunció su ministro de Exteriores.

El gas comenzaba a llegar ayer a algunas partes de Sarajevo, en condiciones todavía muy peligrosas, tras cinco meses sin suministro. Los más de 300.000 habitantes de la ciudad han sido advertidos de que durante unos días, mientras se normaliza la presión y se repasa hasta la última tubería, existe peligro grave de fugas o explosión a causa de conducciones defectuosas o piratas, de las que hay miles en la capital.

Ingenieros británicos, franceses y canadienses han trabajado contra el reloj para restablecer al mínimo imprescindible "un sistema muy frágil". Como en caso del gas, durante unos días en Sarajevo no habrá más iluminación que la habitual en mayo pasado, suficiente para un discreto alumbrado doméstico.

El suministro de agua a la capital no fue incluido en el compromiso de cese de hostilidades porque su restablecimiento será automático. En cuanto las dos redes de suministro eléctrico alcancen suficiente tensión se pondrán en marcha los motores de la estación de bombeo de Bacevo, controlada por los serbios, al oeste de la capital. Barrios serbios y musulmanes "intercambiarán energía", dijo el embajador Eagleton.

La ONU ha elogiado la colaboración de los tres bandos en guerra -musulmanes, serbios y croatas- en esta saga eléctrica. Obreros y soldados de todas las partes, dijo el militar británico supervisor de los trabajos, han utilizado las mismas comunicaciones y empuñado las misma máquinas, suministradas por las fuerzas de la ONU, en la minada tierra de nadie al oeste de Sarajevo, junto a Kiseljak, en la que se han hecho las últimas reparaciones y por la que han combatido durante años. Los detectores de minas han sido inútiles en este caso debido a la formidable contaminación metálica del lugar por los restos de proyectiles.

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