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Umberto Eco, Vargas Llosa y Rushdie, estrellas de un 'show' literario en Londres

Los tres autores leyeron fragmentos de sus últimos libros ante un millar de personas

La perspectiva de reunir a mil personas capaces de pagar 1.500 pesetas por escuchar cómo dos famosos escritores leen unas líneas de sus respectivas últimas novelas es cuando menos incierta en cualquier país. Sin embargo, en el Reino Unido, donde la lectura -aunque sea de los escabrosos tabloides- es una de las principales aficiones nacionales, tal evento es no sólo posible, sino frecuente. Uno de los más importantes encuentros literarios de este tipo se celebró el jueves por la noche en Londres, donde el Queen's Elizabeth Hall acogió la presencia de dos monstruos sagrados de la novela como Umberto Eco y Mario Vargas Llosa, a los que se sumó, sin previo aviso, el escritor perseguido Salman Rushdie.

Cada uno estuvo en su sitio. Mario Vargas Llosa, en el so brio papel de escritor peruano, con su sobrecogedora historia de un país destrozado por el terrorismo y la injusticia. Salman Rushdie explotó con enorme éxito su condición de niño mimado de las letras británicas. Su dominio del inglés -su lengua esencial- le permitió entregarse a toda clase de juegos cómicos e inflexiones de voz que arrancaron carcajadas de un público que parecía conocerse al dedillo la historia mágica de Aurora de Gama, madre del protagonista de su última novela, El suspiro del moro. Y Umberto Eco, el escritor de moda en el Reino Unido, donde el lanzamiento en inglés de su última obra, La isla del día de antes, ha estado precedido de entrevistas a toda página en la prensa nacional, se ganó ala audiencia con su torrencial lectura, primero en italiano, luego en inglés, de un par de capítulos selectos de su novela. No hubo intercambio de opiniones entre los escritores, ni coloquio alguno. El acto se había presentado como una especie de mano a mano entre Eco y Vargas Llosa. Sin embargo, cuando la sosísima presentadora anunció al auditorio: "Tengo el honor de presentar también a Salman" Rushdie", el público que llena ba el teatro estalló en aplausos. Casi nadie, entre una concurrencia integrada por elegantes parejas maduras, grupos de ruidosos estudiantes e intelectuales de aspecto distinguido, ha bía advertido la llegada del es critor británico. Vestido de negro y con síntomas de haber su perado claramente la tensión de los últimos años -los kilos de más eran evidentes pese a la ropa oscura-, Rushdie disfrutó sin disimulo del contacto directo con un público que le rió todas las gracias, todos los esfuerzos interpretativos en la lectura de uno de los capítulos de su última novela, El suspiro del moro. Pero fue a Mario Vargas Llosa, serio y un tanto nervioso, al que le tocó abrir el fuego con la lectura de un capítulo en inglés de su novela galardonada con el Premio Planeta, Lituma en los Andes. Vargas Llosa leyó el texto mecanografiado ya que, como explicó el escritor peruano nacionalizado español, "mi libro no aparecerá en inglés hasta mayo próximo con el título de Death in Los Andes (Muerte en los Andes) ". Deliberada o no, la elección del capítulo de Lituma en los Andes que Vargas Llosa leyó ante una audiencia internacional pero mayoritariamente británica tuvo en cuenta la particular sensibilidad nacional hacia los animales. El tremendo episodio protagonizado por Pedrito Tinoco y el exterminio masivo de vicuñas a cargo de los jóvenes militantes de Sendero Luminoso sembraron de expresiones dramáticas el auditorio. Y eso que el escritor, por imperativos de tiempo, omitió el colofón terrorífico de la llegada de los militares a la reserva y las represalias contra el propio Tinoco. La consternación era general cuando subió al estrado Rushdie, que en cerca de 45 minutos de lectura interpretativa disipó cualquier rastro de amargura en el público. Siete años de vida subterránea, amenazado por la condena a muerte que pronunciara contra él el ayatolá Jomeini, han convertido a Salman Ruslidie en un escritor con mono de masas. En el Queens Elizabeth Hall, aplaudido, reído y coreado, el escritor se transfiguró, víctima del fenómeno que él mismo ha detectado en las grandes estrellas de rock, como su admirado Mick Jagger. El éxito de Salman Ruslidie dejó el listón muy alto para un Umberto Eco que tampoco parece sentirse incómodo sobre un escenario. Su breve representación en italiano fue lo más aplaudido. Eso y su juiciosa decisión de no prolongar demasiado su turno.

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