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Tribuna:ANÁLISIS
Tribuna
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Recelos al gigante

Hubiera sido reconfortante dejarse convencer por los entusiasmos de algunos con la cumbre de Mallorca. Y, sin embargo, es terca la impresión de que aquello sólo ha sido augurio y síntoma de grandes problemas. Mallorca ha reflejado lo que más ansiaban los histriones antieuropeístas de los bancos superiores de la Casa de los Comunes. El sueño de la Unión Política es de nuevo lejano. Quienes aún hablan de la unión monetaria para 1999 hacen prestidigitación. Simulan que nos engañan sabiendo que sabemos que lo intentan.La historia ofrece oportunidades o las quita. Y precisamente esto último parece habernos pasado con Maastricht. El futuro de la Unión Europea se complica y mucho. Parecía, hace unos años que todo iba a ser más fácil, y quizá lo hubiera sido de haber sido todo distinto. Habría sido más fácil unir a los ricos con los menos pobres en Occidente, si se hubiera mantenido allende el Elba un imperio ideológicamente kosher para Anguita y una Alemania convenientemente dividida.

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Pero todo se ha enrevesado con retos imprevistos como la ampliación al Este, las crisis financieras al baile de George Soros y otros, etc... Las cosas van a peor, y algunos ya saben por qué ha sido. Y buscan culpables. Surgen los analistas que ven dos causantes de todos los males que aquejan a España y al mundo: por supuesto aquí Felipe González, pero ante todo Alemania. Algún capitán de la mesura ha comparado la actitud de Volkswagen con Seat con un nuevo Auschwitz. Kohl es Bismarck o incluso Hítler. Quiere imponernos la ley teutónica. Berlín toma el relevo de Washington como centro de la perversión, según estos grandes adalides del matiz. Como antes hacía el Pentágono, son ahora Tietmeyer, Pöhl, Schaeuble, Waigel y Kohl los que diariamente se reúnen para acordar cómo hacer la puñeta a todos sus socios y, en caso de rebeldía, aplastarlos con las nuevas Panzerdivisionen del Bundesbank. Si los alemanes, equivocados o no, defienden lo que considera sus intereses, son nazis redivivos, pero si España no defiende sus intereses arrebatando a tiros a Marruecos hasta el último caladero es porque González hace dejación traidora de nuestros intereses.

Alemania es desde hace ahora un lustro un Estado grande, demasiado grande para algunos. Eso ya tiene difícil arreglo. Las dificultades de encontrar un denominador común, especialmente en el terreno monetario, entre una economía de potencia, las debilitadas de algunos países y las extenuadas de otros son evidentes. Requieren la renuncia al matonismo del grande, como exige el ex canciller alemán Helmut Schmidt, pero también rigor y autodisciplina de los demás. "Y realismo en los objetivos y plazos.

Pero aquí se están aliando en el juego del desprestigio de la Unión demagogos de tertulia, profesionales de la subvención y paleocomunistas ilustradillos. Y cuentan con el curioso apoyo de banqueros celosos de su influencia en Frankfurt, productores de foie subvencionados y británicos extraídos de los Pickwick Papers. A nadie parece convencerle el simple argumento de que es improbable que Alemania inmole el marco y su economía para hacerlas depender de la suerte de pesetas, dracmas o francos.

Kohl es el último canciller de vocación europeísta en Alemania, consciente de que en la unidad europea se basa la seguridad europea del próximo siglo. Sus sucesores serán líderes nacionales como Chirac o cualquier Primer ministro británico. Por eso apremia el tiempo. Sin la unión monetaria no habrá unión política. Y sin una Gran Europa Unida con Alemania firmemente anclada en su seno, ésta puede redescubrir su vocación de poder neutral, equidistante de Este y Oeste. Entonces sí habremos regenerado el peligro para la estabilidad y seguridad de un continente compuesto por una potencia rodeada de enanos. Para los enanos la amenaza es clara. Para el gigante, cercado por el antialemanismo, también.

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