3.000 socios más en España
Las campañas de Mururoa y la Brent Spar han dado a Greenpeace una inusitada presencia en los medios de comunicación españoles, sólo comparable con la conseguida el verano de 1994 por los conflictos pesqueros en el Mediterráneo y Cantábrico. Además, le han dado a la organización 3.000 nuevos socios -y ya son 68.000- según las cuentas de la oficina de Madrid. La cuota mínima anual es de 5.000 pesetas. Nuevos socios que han visto, como señala un portavoz de la organización, que Greenpeace es uno de los pocos recursos que le quedan a la gente de la calle para enfrentarse a una de las multinacionales -la Shell- y uno de los Gobiernos -el francés de Chirac- más poderosos de la Tierra.Xavier Pastor, presidente de Greenpeace España y que ha estado un mes en el Pacífico, se atribuye la responsabilidad de dar la orden de que el helicóptero despegara desde el MV Greenpeace, lo que desató el plan francés para capturar el buque insignia de la organización verde dentro de la flotilla de la paz montada contra las pruebas nucleares francesas. El viernes, Pastor declaró desde el barco MV Altair, en aguas mallorquinas: "No estoy 100% seguro de que tomara la decisión correcta, pero sí de que, ante una situación similar, volvería a hacer lo mismo".
Pastor no entiende cómo se puede decir que la campaña de la Polinesia ha sido un fracaso, "cuando hemos conseguido que todo el mundo hable de Mururoa y 150 Gobiernos se han manifestado en contra de las pruebas nucleares". "Si esto no es éxito...". Tampoco está tan seguro de que la fuerza legal esté del lado de Francia en el apresamiento del MV Greenpeace, por lo que han decidido recurrir a los tribunales.
Juan López de Uralde, responsable de campañas en Greenpeace España, señaló, también desde el MV Altair: "Es curioso que cada vez que a Greenpeace le sale bien una campaña se produzca después una reacción en cascada con críticas a la organización para desprestigiarla. Para descubrir al final siempre lo mismo, que detrás sólo hay socios".
Miedo en Francia
Greenpeace teme especialmente las informaciones de la prensa francesa, que pueden llevar a la organización a la delicada situación de 1985, cuando, a raíz del hundimiento del Rainbow Warrior original por parte de Francia, se presentó a Greenpeace como una asociación antifrancesa y estuvo a punto de tener que cerrar su oficina en París, tal fue el aluvión de bajas de socios.Tanto Pastor como López de Uralde ven bien la crítica interna, pero niegan que haya un régimen marcial dentro de la organización, y recuerdan una cosa: "La campaña contra las pruebas nucleares continúa. En el Pacífico siguen dos naves de Greenpeace y otras 15 de la flotilla de la paz. Que ya no haya periodistas allí no quiere decir que la protesta haya terminado. Y que gente nuestra siga allí demuestra que no nos movemos, como se empeñan ahora en repetir, sólo por salir en los periódicos".
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