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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El no por delante

POR SI alguien tenía dudas, CiU dio ayer un paso definitivo en su ruptura con los socialistas. De forma inesperada, el comité de enlace de la coalición catalana anunció que presentará una enmienda a la totalidad del presupuesto. Sin esperar a conocer el proyecto, antes incluso de que éste haya sido definitivamente aprobado por el Gobierno. La lógica más elemental exige en condiciones normales que todo grupo político responsable espere a conocer cuando menos el presupuesto que se le Propone antes de decir que no, incluso si esa decisión la tiene tomada con antelación. El problema que tiene Jordi Pujol es que su propio calendario elector apremia de tal forma que ni siquiera puede esperar al 1 de octubre a conocer el presupuesto en su totalidad, ya que antes debe decidir si convoca las elecciones autonómicas catalanas para el 19 de noviembre o se arriesga a que se solapen con, las generales.La impresión de no haber sido tomado en serio ha determinado seguramente la forma abrupta como el nacionalismo catalán ha confirmado que la ruptura con los socialistas era definitiva-definitiva y definitiva por-el-momento. La enmienda a la totalidad del presupuesto sumará los votos de CiU a los del Partido Popular e Izquierda Unida, conformando una mayoría de 176 escaños que obligará al Ejecutivo a retirárlo. La posibilidad de un acuerdo punto a punto, a la que se habían, agarrado los socialistas, exigía la abstención de CiU. Y es esa hipótesis la que Pujol y Duran han querido eliminar del horizonte. Si el PSOE quiere mantener su calendario de elecciones en marzo, con el Parlamento en pleno ejercicio hasta finales de año, deberá gobernar a partir de ahora en: minoría.

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Gobernar en minoría, con pactos variables, como hizo UCD tras las elecciones de 1977 y 1979, fue. una posibilidad que consideró el PSOE en 1993 y que final mente sustituyó por un apoyo a plazos de CiU. El propió Pujol valoraba muy positivamente hace sólo cuatro días -en la misma conferencia de prensa en la que anunció la ruptura- esta colaboración con los socialistas, especialmente en el ámbito de la economía. La apelación al caso GAL para explicar los términos de la ruptura parece en este caso más, una coartada que una verdadera causa. Los vaivenes de Pujol y su grupo han ido al ritmo de. sus propios análisis internos y seguramente de las encuestas. En julio, Pujol aceptó la propuesta de González de anticipar las elecciones generales al mes de marzo, lo que le permitía convocar las autonómicas catalanas en noviembre. Esto hubiera permitido discutir y quizá aprobar unos Presupuestos para 1996. Más tarde pareció imponerse la opinión de Duran, partidario de llegar a las autonómicas con Aznar ya instalado en La Moncloa, lo que implicaba anticipar las generales a noviembre excluyendo el pacto presupuestario.

Parece lógico y legítimo que, en la medida de lo posíble, cada partido trate de ajustar los ciclos electorales a su mejor interés. Pero los ciudadanos exigen también a sus políticos un mínimo e coherencia. ¿Es que los Presupuestos de 1996 ya no tienen ninguna importancia para la economía de este país? Si Pujol se quejaba hasta, ahora de la incomprensión de un sector, de la opinión pública española hacia su esfuerzo por asegurar la estabilidad, política y, económica, su última decisión parece darla razón a cuantos le acusaban de oportunismo.

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