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La sequía dispara de nuevo el precio del aceite de oliva que ha subido un 36,8% desde enero

Durante los próximos doce meses, el aceite de oliva se va a convertir casi en un artículo de lujo ante la evolución de las cotizaciones al alza registradas en los últimos meses y que se han disparado en agosto. Frente a unos precios en origen para un aceite tipo medio en enero de 380 pesetas por kilo, se ha pasado en las cuatro últimas semanas de 470 pesetas/kilo a 515-520 pesetas. Eso supone una subida del 36,80% desde enero y del 10,61% en tan sólo 20 días. Esta evolución alcista de las cotizaciones en el campo hace prever que, si no hay medidas excepcionales en apoyo del consumo por parte de la Unión Europea (UE), los precios finales medios al consumidor van a superar a corto plazo las 600 pesetas.

La razón de esta situación de encarecimiento vertiginoso del precio del aceite de oliva se halla en las previsiones de una de las cosechas más bajas de las últimas décadas. Con unas cifras entre las 210.000 y las 250.000 toneladas, la producción no podrá cubrir apenas el 40% de la demanda interior.Al igual que en otros sectores, la importación va a ser la gran protagonista de este mercado. Sin embargo, en el caso del aceite de oliva hay diferencias sensibles respecto a otras producciones. Mientras una baja cosecha de girasol, como la actual, puede cubrirse perfectamente y a precios bajos con la importación y estabilizando las cotizaciones, en el caso del aceite de oliva, al ser España el primer productor del mundo, el mercado español opera como locomotora y empuja al alza a todos los mercados olivareros que se centran en el Mediterráneo.

Caída de la producción

En 1994, España tuvo una producción de 480.000 toneladas de aceite de oliva a las que se sumaron otras más de 40.000 toneladas que vendió el organismo de intervención para regular el mercado. A pesar de esas cifras, los precios tuvieron una subida progresiva mínima de 80 pesetas/kilo en origen en el primer semestre del año, no simplemente por las manifestaciones de la Secretaria General de Alimentación, Regina Revilla. Esta situación se agravó para el consumidor al reducir la Unión Europea la ayuda al consumo de 60 pesetas a menos de 20 pesetas/kilo. En ese contexto, los precios al consumidor superaron ya ampliamente las 500 pesetas de media.Este año, la situación es mucho más grave. La cosecha prevista, consecuencia de Ja sequía, se va a situar según las estimaciones más positivas en 250.000 toneladas, mientras las más negativas la cifran en 210.000 toneladas. Con esos datos, a los que se podrían sumar otras 100.000 toneladas teóricas de producción no consumida este año, se debe hacer frente a un consumo en envases de menos de cinco litros en 1994 de 405.000 toneladas y unas exportaciones tradicionales por encima de las 150.000 toneladas.

A esta baja oferta se añade el hecho de que no hay un solo kilo de stocks en los almacenes de intervención comunitarios, lo que va a suponer una guerra entre los industriales nara lograr un aprovisionamiento.

El único dato positivo en el sector es la posibilidad de una cosecha aceptable tanto en Grecia como en Italia. Sin embargo, según fuentes de los industriales, ello va a suponer, en el mejor de los casos, la posibilidad de un abastecimiento, pero a los precios altos que se pagan en el mercado español.

Las cotizaciones elevadas al consumo del aceite de oliva ya han provocado durante los últimos siete meses una reducción del 20% en las ventas. Con unos precios más altos como los que se prevén para los próximos meses, en medios del sector se teme que las ventas sigan a la baja y que se modifique el hábito en la demanda de aceite de oliva por otras grasas más baratas, lo que a medio plazo podría perjudicar gravemente al propio olivar como sector.

La Unión Europea, para facilitar la venta de aceite de oliva, concedía una ayuda al consumo en 1994 de unas 60 pesetas por kilo. Era dinero que recibía el industrial para bajar los precios. Esa ayuda fue reducida drásticamente por Bruselas este ano para fijarla en 20 pesetas, cantidad que será igual para la próxima campaña.

Ayudas de Bruselas

Industriales españoles así como el propio Ministerio de Agricultura han presionado ante Bruselas para que se aumente la ayuda al consumo como único instrumento en esta situación excepcional de escasez de producciones, para mantener la fidelidad del consumidor y lograr que los precios se sitúen en los niveles habituales a los que estaban acostumbrados a comprar este aceite. Bruselas se negó en julio a aumentar esa ayuda y en este momento tampoco se ha producido una reacción favorable en la UE. En este contexto, los precios parecen imparables, salvo que haya una caída aún más grave de la demanda y sobre toda la producción de oliva.También es reducida la cosecha de girasol. Los agricultores andaluces no han recolectado aproximadamente el 40% de las superficies de cultivo realizadas esta campana como con secuencia de las malas condiciones del cultivo provocadas por la sequía. Frente a unos rendimientos que en tierras de secano llegaron a los 1.500 kilos por hectárea, según fuentes de Asaja en Sevilla, este año los resultados se han situado en unos 300 kilos. Miles de agricultores han renunciado a la recolección al no ser rentable para pagar la recogida y otros han optado por ceder la siembra a los propietarios de las máquina s para que realicen la recolección por su cuenta. Ante esta falta de oferta, muchos industriales extractores no abrirán sus puertas.

Esta situación de cosecha bajo mínimos ha supuesto en las primeras semanas de campaña la existencia de unos precios en origen entre las 35 y las 40 pesetas/kilo, lo que puede suponer al final la imposición de penalizaciones por parte de la UE con el recorte de las subvenciones previstas.

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