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PRUEBAS NUCLEARES EN EL PACÍFICO SUR

Dos submarinistas de Greenpeace consiguen que Francia retrase la prueba en Mururoa

Enric González

Llegó el momento. Ni la flotilla para la paz de Greenpeace ni la Marina francesa dejaron transcurrir más que unas horas del fatídico 1 de septiembre para abrir el enfrentamiento. Alrededor de las tres de la madrugada (la misma hora de la tarde en España), varias lanchas del Rainbow Warrior y el propio buque rompieron las hostilidades penetrando en las aguas territoriales del atolón de Mururoa. Intentaban adelantarse a la primera explosión nuclear, prevista para inmediatamente más tarde. Y lograron el aplazamiento al conseguir que dos submarinistas alcanzaran la plataforma de los ensayos. Un portavoz francés anunció que la primera prueba quedaba aplazada hasta el lunes. Un primer triunfo para los ecologistas.

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, "¡Hemos entrado!", dijo la voz al otro lado de la radio. Steplianie Mills estaba transmitiendo la irrupción del Rainbow Warrior en aguas de Mururoa, cuando la nave fue asaltada por comandos franceses llegados en lancha desde la fragata Prairial y las comunicaciones quedaron cortadas. No volvió a oírse a Mills. Los comandos aprendieron de su error de julio, cuando la portavoz ecologista logró transmitir al mundo el abordaje de los soldados. A las 05.25 de la madrugada (misma hora de la tarde en España) el Warrior enmudeció. Horas después se repitió el asalto sobre el Greenpeace, esta vez con militares descolgados desde un helicóptero. Lo siguiente que se supo del segundo navío de los ecologistas es que los militares los remolcaban fuera de la zona.En la zona de exclusión francesa había también 10 lanchas neumáticas, cuya situación era ignorada por el resto de la diezmada flotilla de la paz. Según Greenpeace, dos lanchas con submarinistas se habían internado en la mismísima laguna del atolón de Mururoa, el sancta sanctorum de los ensayos.

Los responsables de Greenpeace creen que los ocho ensayos nucleares franceses se dividirán en dos o tres tandas, y que apenas pasarán unos días entre una explosión y otra. "Nuestra idea es oponemos a los ensayos y estaba previsto que, en cuanto consideráramos inminente el disparo, algunas de nuestras fuerzas entrarían en las 12 millas de la zona de exclusión. Eso es lo que hemos hecho", declara Xavier Pastor, de Greenpeace España.

La prueba nuclear estaba prevista para la siete de la mañana, pero para esa hora el atolón se había puesto impracticable. Antes del asalto de los comandos, desde el Rainbow Warrior, se habían soltado seis zodíac y otras tres desde él Greenpeace, con varios submarinistas a bordo. Por radio llegó la noticia de que dos submarinistas estaban bajo las aguas. "Esto está muy bien", comentó un exultante Pastor. Luego llegó la noticia de que los submarinistas habían sido detenidos. Pesar a bordo. Y más tarde la de que la prueba había sido aplazada. Sensación de triunfo.

Los primeros rumores fiables sobre el horario de las explosiones francesas llegaron a la Polinesia el miércoles, procedentes de Washington. El presidente Jacques Chirac había hecho saber a Bill Clinton la fecha de las polémicas pruebas. Y alguien en la Casa Blanca filtró la información hacia Greenpeace.

A bordo del Rainbow Warrior y del Greenpeace la última semana había sido de entrenamiento. Los fueraborda realizaban ejercicios en los que unos desempeñaban el papel del perseguidor francés, y otros el del avispado y pundonoroso ecologista. Siempre ganaban estos últimos.

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