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Miles de curiosos evocan en Nuevo México los 50 años de la primera explosión nuclear

Antonio Caño

Estados Unidos no tiene mucho que celebrar en el 500 aniversario de la primera explosión nuclear, que precedió al lanzamiento de la primera bomba atómica sobre Japón. Todo lo más, aquellos acontecimientos se recuerdan como terribles circunstancias propias de un mundo en guerra. Pero algunos miles de curiosos, incluidos unos pocos que expresaron su protesta de distintas formas, se acercaron el domingo al aislado paraje de Nuevo México en donde el 16 de julio de 1945 a las 5 horas, 29 minutos y 45 segundos se levantó por primera vez el hongo multicolor que simboliza la peor arma de destrucción jamás inventada por el hombre.La bomba que se hizo explotar en un punto llamado Trinidad, marcado hoy por un modesto obelisco, tenía 19 kilotones, levantó una nube de más de un kilómetro de alto y dejó un cráter de casi 500 metros de diámetro. Los sentimientos de la gente reunida frente a ese triste monumento eran contradictorios. "Estoy aquí para ver el lugar que salvó mi vida. Este lugar es la razón por la que yo no tuve que ira luchar a Japón", comentó un veterano de la Il Guerra Mundial. Con una visión muy distinta, un grupo de jóvenes con los rostros cubiertos rodearon el obelisco durante varias horas en señal de duelo y pidieron disculpas a la población de Hiroshima y Nagasaki en nombre de todos los norteamericanos.

Sangre sobre el 'Enola Gay'

La controversia en Estados Unidos sobre cómo tratar esos acontecimientos está reflejada en la exposición que actualmente se celebra en el Museo del Aire y el Espacio de Washington sobre el Enola Gay, el avión que lanzó la primera bomba atómica. En los últimos días algunos visitantes han arrojado sangre y cenizas sobre el aparato, que se exhibe solo, sin los signos de compasión hacia Japón a los que se opusieren los ex combatientes.

Los norteamericanos han aprendido, mucho después de aquella primera explosión, que los horrores de la carrera nuclear no concluyeron en Nuevo México, ni siquiera en Hiroshima. Entre 1944 y 1974, miles de norteamericanos fueron conscientemente expuestos a radiación nuclear por sus propias autoridades, que pretendían conocer los efectos de esa energía en los seres humanos. Ahora, coincidiendo con este 50º aniversario, el presidente Bill Clinton está pensando en alguna forma de compensación para las personas que fueron utilizadas como conejillos de indias.

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La decisión francesa de reanudar las pruebas nucleares en el atolón de Mururoa continúa acumulando críticas. En Bruselas, los ministros de Asuntos Exteriores de Dinamarca, Finlandia, Irlanda, Austria, Luxemburgo, Holanda y Suecia calificaron ayer la decisión de "deplorable" y manifestaron su adhesión a la resolución del Parlamento Europeo en contra de las pruebas. Hervé de Charette, ministro galo de Asuntos Exteriores, insitió en que "la mala recepción" que el Parlamento Europeo dio la pasada semana al presidente Chirac, "era la peor manera de intentar influir a Francia", según informa Efe.

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