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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La vuelta de Menoyo

LOS SIGNOS para apreciar si existe una evolución real del régimen cubano son a veces tan nimios que sólo los observadores muy especializados son capaces de captarlos. En las últimas semanas se han producido dos hechos que pueden enmarcarse en ese lento paso hacia la liberalización del rígido sistema castrista. Por un lado, los reconocimientos expresos de un cualifica do representante de la Administración de Clinton so bre la existencia de algún pequeño avance en el proceso de apertura. Por otro, la vuelta de Eloy Gutiérrez Menoyo al interior de la isla y su encuentro, aunque fugaz, con Fidel Castro.Eloy Gutiérrez Menoyo es uno de los múltiples representantes de los cubanos en el exterior, que en ocasiones, sin duda con tratamiento hiperbólico, son calificados de líderes. Menoyo pasé 22 años en la cárcel acusado de haber intentado, al frente de un grupo armado, derribar el Gobierno de Castro. Después de su puesta en libertad, con intervención de Felipe González incluida, Menoyo organizó un movimiento de oposición radicado, obviamente, fuera de la isla. Ahora ha vuelto para tomar parte en un seminario, y en el curso de una recepción mantuvo una breve conversación con Castro.

Tal encuentro, que en cualquier país normalizado apenas si merecería una gacetilla, ha cobrado todo su valor para los cubanólogos del interior y del exterior. Porque es verdad que en el pasado cercano tal saludo hubiera sido, impensable. Los improperios lanzados por la prensa oficial, cubana -no existe otra- contra Menoyo sólo tuvieron parangón con las declaraciones efectuadas contra Fidel Castro por el propio Menoyo en Madrid o Miami tras su liberación. Habrá, pues, que prestar atención al gesto, pero sin olvidar que el exilio cubano vive una permanente atomización de grupos, muchos de ellos enfrentados ferozmente entre sí. Todo lo que pueda hacer Menoyo por el entendimiento será bien recibido en la isla, pero limitemos su alcance al grado de representación que le corresponde, que no engloba precisamente a cientos de miles de exiliados.

Más importantes parecen las declaraciones de Michael McCurry, portavoz de la Casa Blanca, sobre la intención de EE UU de anular algunas medidas adoptadas para dificultar las relaciones de Cuba con el exterior. McCurry explicaba así el porqué de algunas de estas decisiones liberalizadoras: "Reconocemos que el contacto con el mundo exterior es un camino por el que el pueblo cubano puede llegar de forma más adecuada al cambio pacífico".

Son este tipo, de propuestas, tan sensatas para cualquier observador europeo, las que pueden ayudar al cambio que Cuba necesita. Golpear el mismo clavo con el mismo martillo, que es la posición oficial estadounidense seguida durante 26 años, no conduce a otra cosa, como el mismo guarismo indica, que a un enrocamiento del régimen y a perpetuar -¿por cuánto tiempo más?- el empobrecimiento de 10 millones de cubanos.

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