Rivera las reconquista

Rivera Ordóñez, que al igual que sus compañeros de paseíllo contó con el fervor y los ecos calientes de multitud de féminas en los tendidos, previamente conquistadas por esta tema de guaperas, como les floreaban, las reconquistó con su toreo verdadero, con su apuesta por el clasicismo. Quizá sea interesante para la fiesta que el aluvión de mujeres que hoy se interesan por ella o por algunos coletudos tan guaperas -o como les piropeaban otras: "Tíos buenos, so machotes'!- se hagan más forofas de alguien que se mueve en los cánones del clasicismo en lugar de seguir el zarrapastrismo litrista o los desafueros litúrgicos de Jesulín.

Y es que el de Ubrique, apático y mandanga, birlongeó por allí vendiendo naderías. Ya hay que estar mal para desencantar y aburrir a tus propias fans y no cortar oreja con un presidente tan bochornosamente dadivoso en los premios y con unos toros a modo, claudicantes, bobalicones y con astas más que sospechosas.

Litri empezó remedando el clasicismo, tanto en el acorne primero como en el cuarto, pero al final en ambos hubo de tirar de populismo y rodillazos para interesar. Las gotas de toreo, no elixir pero sí colonia efluviosa, las aportó Rivera Ordóñez. El coletudo veroniqueó con suaves caricias a sus dos enemigos, el último con dos alcachofas de pitones y galleó con su minicapote. Con la pañosilla también cascabeleó sortilegios artísticos aunque en algunas imperfecciones (ciertos retorcimientos y suerte descargada). Pero su balance fue más que notable. En estos tiempos de tauromaquia light, el tuerto es el rey. Es el caso de Rivera Ordóñez.

Por otra parte, Curro Díaz y José María Camacho sufrieron lesiones de pronóstico reservado en la novillada celebrada ayer en El Tiempo (Ávila), informa Efe.