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Una escuadrilla de 4 helicópteros y 40 aviones rescata al piloto norteamericano derribado

Antonio Caño

El sol salió ayer a las 5.06 sobre las colinas del noroeste de Bosnia. En lo alto de uno de los cerros despoblados, el capitán Scott O'Grady confiaba en que este día fuera el final de la larga odisea vivida desde que su avión fue derribado por los serbios el viernes pasado. Dos horas y media antes (a las 2.20 exactamente) había sido confirmada, mediante un código en clave, la última señal sobre su identidad y su posición. Pero ninguna respuesta se vislumbraba aún en el horizonte. A las 6.42, el capitán O'Grady apareció en un claro del bosque y abordó uno de los helicópteros que le rescataron.

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A 140 kilómetros de allí, a bordo Kearsarge, el comandante del buque, Marty Brent, en contacto con la base de la OTAN en Aviano y el Pentágono en Washington había pasado la madrugada reuniendo un poderoso equipo de rescate. A las 5.45 horas sonó la orden de alerta en el barco y todo el personal corrió precipitadamente a sus puestos.Cuatro helicópteros con marines emprendieron el vuelo a las 5.50 horas apoyados por más de 40 aviones procedentes de Italia y del portaaviones Roosevelt, entre ellos un aparato espía AWAC y otro con sistemas de anulación de las defensas antiaéreas enemigas.

Los responsables de la operación hubieran preferido que ésta se desarrollara por la noche, pero o hubo tiempo de juntar semejante fuerza antes del amanecer. Cuando los helicópteros sobrevolaban las playas de la antigua Yuoslavia eran ya las 6.00 horas y es quedaban aún 96 kilómetros por recorrer hasta el objetivo. Al escuchar el ruido de los motores que se acercaban, el capitán O'Grady hizo estallar una bomba e humo amarillo que ayudó a los quipos de rescate a precisar su ubicación. Ya sobre el piloto, dos helicópteros artillados Cobra volaron casi a ras del suelo para defender la posición, mientras los ones Harrier hacían continuas asadas de cobertura.

Otros dos grandes helicópteros, del tipo CH-53 Sea Stallion, aterrizaron en el área a las 6.42 oras. Veinte marines descendieron rápidamente de cada uno de los dos aparatos y formaron un perímetro de seguridad en torno a ellos. En ese momento, el capitán O'Grady, con casco, chaqueta de piloto y una pistola de 9 milímitros de calibre en la mano surgió corriendo de entre los árboles y abordó uno de los dos helicópteros, el que estaba identificado en la operación como Dash Two (Avance Rápido Dos). Los 40 marines subieron también a los aparatos y éstos levantaron el vuelo a las 6.44 horas, dos minutos después del aterrizaje.

El capitán O'Grady se tumbó en el suelo del helicóptero con una enorme sonrisa en la cara mientras toda la misión emprendía el viaje de regreso. Antes de alcanzar la costa, a las 7.07 horas, uno o dos misiles fueron disparados contra ellos desde tierra. Se escuchó también fuego de armas ligeras.Oficios de bala

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Uno de los helicópteros fue alcanzado en el rotor. "Fuimos titoteados desde muchos lugares. Un par de aspas presentan orificios de bala", declaró el sargento Scott Pheister a la cadena CNN.

En ese momento el capitán Scott O'Grady estaba ya a salvo a bordo del Kearsarge. Antes de entrar en el hospital del buque devoró una de las comidas preparadas que se guardan en las despensas del barco. Era el primer alimento consistente que ingería en cinco días y medio, durante los que sobrevivió básicamente a base de agua de lluvia e insectos, sobre todo hormigas y saltamontes. En el asiento con el que salió proyectado de su aparato al ser derribado, O'Grady llevaba un poco de chocolate, azúcar y agua, pero esto apenas le alcanzó hasta el segundo día. El paquete de emergencia contenía también un botiquín de primeros auxilios, baterías de radio, bengalas, una balsa, un manual de supervivencia y un diccionario de serbocroata. junto a eso, dentro de su chaleco de piloto, llevaba una radio, una bomba de gas y una pistola.

El primer contacto directo que O'Grady tuvo con los miembros del equipo de rescate fue alrededor de las 6.12 horas, aproximadamente media hora antes de que aterrizaran a su lado. Durante las dos horas y media que duró la operación, el AWAC mantuvo una constante observación de las posiciones de las fuerzas serbias, que en ningún momento estuvieron cerca del piloto. Éste apenas se separó unos pocos kilómetros del lugar en que su avión había sido derribado, y supo encontrar su ubicación en un punto lo suficientemente alto para hacerse visible por aire, lo suficientemente boscoso para no ser detectado por el enemigo desde tierra y con una explanada suficientemente cercana para que pudieran aterrizar los dos helicópteros que llegaron en su búsqueda.

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