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"Mis camaradas de armas me apoyan"

El general Contreras dice que no ha hablado con Pinochet tras la condena a siete años

Juan Jesús Aznárez

Manuel Contreras, hombre de buen yantar y mala leche, gusta del pernil, la charcutería alemana, el marisco fino y las películas de acción y espionaje. Al decir de su hijo, este general retirado es soldado que lleva en su sangre la herencia y la tradición de los invictos y épicos combatientes de la guerra del Pacífico.Entre sus méritos patrióticos destacan, sin embargo, el especial entusiasmo, habilidad y dedicación demostrados en la persecución de la ralea marxista. Ahí es donde Contreras entró, cum laude, en la orla nacional, y el asesinato del ex ministro de Exteriores Orlando Letelier fue, sin duda, su brillante trabajo de fin de carrera.

Su inclinación a la resistencia y al heroísmo quedó demostrada en 1978, año en que el Gobierno solicitó su extradición, finalmente rechazada. Washington Carrasco, que fue su compañero de armas y grado, encargado de conducirle a prisión preventiva, encontró al prócer atrincherado con una metralleta en su domicilio santiagueño y dispuesto a abrir fuego contra quien osara reducirle.

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Escolar brillante en las academias militares estadounidenses, donde resolvía ecuaciones subversivas en un periquete, tiene 66 años, estuvo casado y ahora es compañero de su antigua secretaria, la buena moza Nélida Gutiérrez, con quien convive en su lejano aserradero sureño. Nélida admira la serenidad de Contreras en el trance, su porte cuando escuchó la sentencia de cárcel. "Es tranquilo el guatón [gordo]", piropeó.

Tendencia al egocentrismo

Un informe de la Gendarmería aportó otros trazos sobre el perfil de Contreras Sepúlveda: persona de inteligencia normal, dominante, tenaz, frío en términos emocionales, con un alto concepto de sí mismo y tendencia al egocentrismo.El documento subraya un aspecto que fue fundamental en su desempeño como jefe de la policía secreta: "Su falta de conciencia del delito". Rebelde aún en su finca Viejo Roble, arremetiendo contra el contubernio y la ralea, fue entrevistado por el vespertino La Segunda y ofreció la primera conferencia de prensa de su vida.

Pregunta. ¿Y si llegara a ir a la cárcel aunque usted no quisiera...?

Respuesta. ¡No voy a ir! ¡¡¡No voy a ir!l!

P. No se enoje, pero lo más probable es que tenga que ir.

R. Repítamelo diez veces y le voy a decir lo mismo: ¡¡¡no voy a ir!!! ¿Está claro?

P. ¿Y qué va a hacer?

R. Ese es mi problema.

P. ¿Tiene todos los caminos pensados?

R. Por supuesto que sí.

P. Entonces, ¿cuál es el camino que va a tomar?

R. ¿Cómo se lo voy a decir si ése es mi problema?

P. ¿Se siente criminal?

R. He dicho que soy inocente.

P. Perdone la pregunta, general: ¿piensa usted suicidarse?

R. En absoluto. Yo me quiero mucho a mí mismo y a la vida. El suicidio es de cobardes.

P. ¿Qué actitud espera de sus camaradas de armas?

R. Mis camaradas de armas me apoyan absolutamente y se han solidarizado conmigo. En ese sentido estoy muy contento.

P. ¿Cuántas personas se ocupan de su seguridad personal?

R. Hay varias, las suficientes.

P. ¿Se va a oponer usted al fallo?

R. Estoy efectuando acciones legales.

P. Si el general Pinochet le pide que acate el fallo, ¿lo hará?

R. Mi general Pinochet puede conversar conmigo lo que estime conveniente. No lo hemos hecho y vamos a ver qué sucede en el futuro.

P. ¿Quiénes son los que le llaman asesino?

R. Los marxistas. Yo peleé contra ellos. Nosostros estuvimos en la guerra subversiva. Me tocó actuar en ella.

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