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ESCALADA BÉLICA EN LOS BALCANES

"Estaba nerviosa y no sabía por qué"

P. M. Los teléfonos de los domicilios de Alberto Fernández Liria y de sus padres, en Madrid, no paraban de sonar anoche. La noticia llegó directamente de Mostar, donde Alberto, psiquiatra de profesión, estaba destacado desde hace un mes como cooperante de Médicos del Mundo. El cirujano español que operó a Alberto telefoneó a Inés, su esposa, a última hora de la tarde y le dijo que su marido no corría peligro, pero que acababa de intervenirle de un tiro en una pierna. No había complicaciones, pero necesitaría mucho reposo. "El médico ha dicho que no conviene moverle, así que es falso eso de que lo van a repatriar ya", se quejaba Inés visiblemente molesta.

El cirujano de Médicos del Mundo que la llamó a Madrid insistió en que no se preocupara y que la llamaría al día siguiente para ver si convenía que ella se desplazase a Mostar a visitarle. Esto es lo único de lo que Inés quería hablar: de cómo llegar lo antes posible al hospital.

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Su segunda preocupación era que el niño de ambos, Pablo, de ocho años, pudiera enterarse de la noticia al ver la televisión desde la granja escuela del colegio de la que pensaba volver el miércoles, el mismo día en que Alberto debía regresar a casa. Una profesora del colegio de Pablo logró telefonear a la granja escuela. Desde allí le dijeron que podían estar tranquilos, que no pondrían la televisiónesa noche. Un representante de Médicos del Mundo, Vicente Ibáñez, y varios compañeros de profesión de Alberto acompañaban anoche a Inés.

La madre de Alberto mantenía a duras penas la calma: "Llevo todo el día nerviosa, preocupada por él, sin saber por qué, y era precisamente esto". De contestar al teléfono, que tampoco paraba de sonar, se encargaba el padre, Julio, quien se enteró de que habían herido al mayor de sus hijos por Inés.

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