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El abandono amenaza la casa de Vicente Aleixandre

Amigos y poetas piden que se rehabilite

Antonio Jiménez Barca

La casa que durante más de cincuenta años fue la vivienda madrileña del poeta y premio Nobel Vicente Aleixandre se encuentra en una situación calamitosa: el último inquilino que habitó el jardín de la finca fue un mendigo que huyó una noche de febrero, después de que se prendieran las basuras sobre las que dormía. El abandono amenaza el refugio en el que el intelectual español recibía durante la dictadura a todo poeta o escritor que hasta él se acercara.

Un grupo de intelectuales y amigos del poeta, entre los que se cuentan, entre otros, Pere Gimferrer, Francisco Brines o Carlos Bousoño, han pedido esta semana "a las autoridades", que se rehabilite la vivienda, símbolo de toda una época en la poesía española. Las basuras del mendigo han sido retiradas por la familia, pero el rastro de abandono persiste todavía.El Ayuntamiento de Madrid parece dispuesto a tomar cartas en el asunto. La concejal de cultura, Esperanza Aguirre, visitó la antigua casa, situada en el número 3 de la calle Vicente Aleixandre, el lunes y comprobó su estado. Pero pide la ayuda de la comunidad madrileña y del Ministerio de Cultura para convertir el inmueble en un centro cultural.

Herederos

Un portavoz del ministerio manifestó ayer: "Todavía no nos ha llegado nada por escrito; además, antes de intentar nada, hay que pedir el permiso, o la opinión, de los propietarios de la casa, esto es, de los herederos".

Agustín Aleixandre, primo carnal de Vicente, uno de los herederos, no las tiene todas consigo: "La casa no está en ruinas, sólo vacía; de hecho, en la planta de arriba vive una familia alquilada. Hay que contar, además, con el resto de los herederos, con mi hermana y con otros hijos y nietos de otra prima de Vicente fallecida hace poco", añade.El poeta y crítico literario Carlos Bousoño, uno de los mejores amigos de Vicente Aleixandre, recuerda que en 1983, un ano antes de morir, Aleixandre, que vivía entonces con su hermana Conchita, alquiló, la segunda planta. "Y por un precio casi ridículo y por 20 años, si no me falla la memoria", asegura el poeta. La hermana de Vicente Aleixandre le sobrevivió un par de años. Desde entonces, la planta de abajo está abandonada.

"Los muebles se los llevaron y los libros me correspondieron a mí", cuenta Carlos Bousoño. "Me los testó, pero no son muchos: él no solía comprarlos. Jose luis Cano le llevaba seis o siete cada domingo y, tras leerlos, los devolvía", añade Bousoñó.

El pasado martes, los inquilinos de la primera planta se limitaron a decir que "la casa no está eh ruinas". El episodio del mendigo refleja, para ellos, "falta de seguridad". En 1986, cuando murió la hermana del Premio Nobel la primera planta se vació. Según los técnicos del Ayuntamiento de Madrid ésta no ofrece "daños estructurales", pero sí muestra síntomas "de abandono".

La casa fue durante la república y la dictadura un ineludible lugar de encuentro para poetas y literatos. Todo el que contaba, tanto de la generación poética del 27 como de la del 50, pasó en algún momento por ahí: Vicente Aleixandre tenía merecida fama de recibir a todo el mundo.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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