Sobre la defensa de la vida
Leo en EL PAÍS una noticia referente a. la negativa de una veintena de estudiantes de Biológicas a, realizar prácticas con ratones criados para la experimentación. Al llegar a casa me encontré a mi hija de 13 años entusiasmada con un grupo de amigas mientras, veían una película (en el vídeo) sobre las ballenas. Es maravilloso que las nuevas generaciones se preocupen con tanto ahínco de la defensa de los seres vivos.Ocurre que recientemente, en la portada de EL PAÍS, una espeluznante fotografía nos mostraba la imagen de un soldado de la ONU con dos niños colgando de sus manos como guiñapos. Dos niños hutus, brasileños o yugoslavos -qué más da-. Eran seres vivos que me sobrecogieron el corazón o el alma.
La cultura -del Primer Mundo- ha descubierto por fin que la defensa del medio ambiente es fundamental para nuestra supervivencia; nuestros jóvenes entusiasmados se lanzan, libres de traumas, a la consecución de tan nobles objetivos. Pero... ¿no correremos el riesgo de entusiasmarnos en la defensa de la vida con los ratones de laboratorio?
Olvidemos por un momento el interés puesto por las instancias de los poderes -fácticos se llamaban antes- nacionales o supranacionales en la defensa e impulso de estos criterios. Ahora bien, preguntemos: si la ecología y la defensa del medio ambiente se han convertido en objetivos prioritarios, ¿qué pasa con el derecho a la vida, la distribución de la riqueza, la explotación de los países pobres por los ricos de siempre?.
Nosotros, los de este lado del mundo, tuvimos la suerte de nacer aquí, blancos, rubios, altos y guapos. Ellos, negros o no tan blancos, pobres y miserables; pero formando la reserva necesaria para que nuestros hijos vivan confortablemente, preocupándose por el derecho a la vida de los ratones de laboratorio. ... Y todavía alguien dirá que son problemas diferentes-
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